Artes escénicas: la deuda estatal

Con el retorno a la democracia de 1990, las políticas institucionales de nuestro país se centraron en el desarrollo de la industria cultural que había sido trastocada por la dictadura. Para ello, se crearon una serie de fondos concursables destinados a financiar proyectos de carácter artístico. Desde entonces hasta la actualidad, estos mecanismos han crecido y, a su vez, han contribuido al desarrollo de la cultura. Sin embargo, los recursos designados a estos instrumentos de fomento, siguen siendo débiles e insuficientes para sostener la escena artística chilena.

La relegación del arte a un segundo plano es algo habitual. Las disciplinas de esta área enfrentan constantemente la precarización y la razón es clara: no son lo suficientemente lucrativas. En el caso particular de las artes escénicas, esta inestabilidad se ve acentuada, ya que el financiamiento estatal tiene una tan baja cobertura, que solo alcanza para solventar el 17 % de los proyectos que se postulan anualmente. Esta realidad reduce la oferta cultural y dificulta aún más el acceso al arte, desvalorizándolo con mayor fuerza.

El último informe anual de estadísticas culturales, entregó cifras sobre la cantidad de asistentes a espectáculos de artes escénicas. En él, se observó que, del 100 % de las personas que participan de estos eventos, tan solo un 29,1 % está dispuesto a pagar una entrada por ello. En cuanto a la concentración territorial, tal como se esperaba, se evidenció que el 69 % del total de funciones de esta índole se realizan dentro de la región Metropolitana. Pero, ¿a qué se debe esto?

La poca capacidad del teatro para desarrollar capital económico, ha provocado que este no sea considerado una prioridad para el Estado. Su valor como producto es insuficiente y, por ende, no existe interés en apoyarlo. Lo anterior, ha permeado las conductas de los consumidores, generando en ellos una pérdida de atractivo hacia las artes escénicas.

¿Requisitos o trabas?

El carácter subsidiario de los fondos estatales dificulta la posibilidad de maduración para el campo artístico y no logra cubrir alta demanda existente. Esto mismo, impide que las compañías teatrales se formalicen.

Del mismo modo, los criterios aplicados para seleccionar a los beneficiarios de los fondos concursables, suelen estar determinados por los intereses de la clase política. La tramitación de estas subvenciones, implica poseer conocimientos específicos y contar con experiencia previa, lo que deja en desventaja a quienes recién intentan posicionarse en este rubro. No solo ostentan mayor preeminencia los que que cuentan con el capital cultural suficiente para justificar el valor de su obra, sino también, aquellos que se apegan a las temáticas que se desean promover.

Enzo D’Arcangeli, actor y director de la compañía teatral La Daniel López, afirmó que la financiación del Estado “empobrece la creación artística” al condicionar las producciones escénicas. “No creo en el patrocinio gubernamental. Coartan la creación, pues debes supeditar tu propuesta a las directrices intencionadas de los fondos concursables”, manifestó.

La burocracia presente en el uso de recursos públicos, es una de las principales razones por las que los actores deciden no verlos ni siquiera como una opción. Es esto mismo lo que ha potenciado la precarización de los artistas, al obligarlos a optar por el autofinanciamiento. Aquello, a través de medidas como el crowfunding, rifas, bingos y un largo etcétera.

Un problema imperecedero

La agrupación cultural Perfiles & Siluetas de Los Ángeles, trabaja desde hace 27 años con el objetivo de poner las artes al alcance de la comunidad. Su contribución a la ciudad es reconocida por los habitantes de la misma y se han posicionado con fuerza dentro de la escena nacional. Sin embargo, pese a su larga trayectoria, también han sufrido el abandono estatal.

“Durante nuestros 27 años, son muy pocos los proyectos que han sido solventados por algún fondo. Casi siempre nuestros montajes son autofinanciados y luego compensados con la circulación de la obra”, afirmó Mariela Belmar, directora de Perfiles & Siluetas.

Quizá, el desafío más grande que se enfrenta al buscar este tipo de subvenciones, tiene que ver con la desconfianza colectiva que hay en el valor del producto. Al respecto, Mariela asegura que, “el primer obstáculo es que no hay ganas de invertir en arte. La mayoría lo ve como un entretenimiento y no como una necesidad social”. Por esta misma razón, es que las opciones para sacar a flote las artes escénicas son prácticamente nulas, dado que los entes privados tampoco están interesados en la financiación de ellas. “A través del Estado son muy pocos los que obtienen apoyo, y a través de la empresa privada, menos”, concluyó Belmar.

(Fotografía: La Tribuna) Perfiles & Siluetas crea y produce montajes propios y de dramaturgia nacional. Esto, ha permitido la circulación tanto en la región como en el país.

La raíz del problema

Lamentablemente, el arte no es una prioridad para nadie. Pero, en el caso de los ciudadanos, la falta de interés no es injustificada y, muy por el contrario, responde también a un sistema deficiente que constantemente los desampara. Si las necesidades básicas no están cubiertas, ¿cómo puede ser considerada la cultura una prioridad? Hasta que eso no cambie, las artes continuarán siendo percibidas como un lujo o un accesorio.

Miguel Acevedo, actor y director de la compañía teatral Arde Troya, destacó lo anterior como “la raíz” de este problema. “En Chile y en toda Latinoamérica, no puedes pedir a las personas que se interesen en ver una obra mientras intentan llegar a fin de mes. Por lo mismo, hay muy pocas instituciones dispuestas a subvencionar proyectos artísticos”, afirmó.

(Fotografía: ARTISHOCK) Históricamente las artes escénicas han sido utilizadas como herramientas políticas de difusión, organización y convocatoria colectiva.

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