La IA llegó al público hace no más de tres años y ha avanzado rápidamente, incluso más allá de lo que algunos hubieran deseado. Entre ellos se encuentran los artistas de todas las disciplinas, tanto los de fama mundial como los menos conocidos. ¿De qué manera se ve perjudicado su trabajo?

En los últimos días de marzo, bastaba con abrir cualquier red social para identificar cuál era la tendencia que iba a dominar la semana: «Aplica el filtro de Studio Ghibli en tus fotografías». Esto generó que miles de personas, si es que no cientos de miles o incluso millones, se unieran a la moda. De inmediato, las alarmas de los artistas visuales se encendieron. Una preocupación que antes solo se discutía en los circuitos artísticos, ahora se convirtió en algo de lo que todo el mundo quería ser partícipe.

Al mismo tiempo, como una especie de contrarespuesta, comenzó a circular en redes un extracto del documental Hayao Miyazaki y la garza. Este documental, estrenado en 2016, ofrece un detrás de cámaras de la película La garza del destacado Studio Ghibli. En un momento del filme, en busca de acelerar el proceso creativo del proyecto, uno de los ilustradores se acerca a Miyazaki, cofundador del estudio de animación, y le muestra una serie de dibujos realizados mediante inteligencia artificial. El director de forma tajante, dice:  «Nunca desearía incorporar esta tecnología a mi trabajo en absoluto. Creo firmemente que esto es un insulto a la vida misma».

El caso de los artistas independientes

Como vimos, si un grande de la industria de la animación y el dibujo se siente ofendido por la incorporación –o más bien, la intervención– de la IA en su trabajo, ¿cómo afecta esto a los artistas independientes?

Francisco Antonio Bruna es artista y profesor de artes visuales. Consultado sobre el uso de la IA en el arte, expresó su temor al respecto: «Me da un poco de miedo a todo nivel, tanto en el arte como en la vida misma. Me preocupa que sea tan sencillo replicar la esencia humana tan rápido».

Además, el docente no tiene del todo claro el futuro del arte: «Lo veo muy incierto. Si bien la tecnología ha estado presente en el arte desde siempre, y en favor del artista, en este caso creo que se está llegando a un punto al que no se le están poniendo restricciones a la inteligencia artificial».

Matías Henríquez es un joven artista visual de Concepción. A sus 23 años, se dedica a tiempo completo a su carrera artística, la cual monetiza a través de la venta de sus obras tanto en redes sociales como de forma presencial. Matías tiene una postura tajante respecto al asunto de la IA: «Lo encuentro poco ético. Creo que es un abuso hacia los artistas. Lo que más me angustia es que las personas dejen de pedirnos comisiones a nosotros y comiencen a hacerlo a un computador, a sabiendas que no tiene ningún tipo de amor ni cariño por detrás. Además, el daño medioambiental que causa es alto», sentenció.

Litros de agua por imagen

Y, en efecto, es tal como afirma Matías. Para generar las famosas imágenes mediante inteligencia artificial, los servidores que operan modelos como ChatGPT requieren enfriamiento constante para evitar el sobrecalentamiento ante las millones de solicitudes que deben procesar. Este proceso, evidentemente, utiliza agua, y bastante.

Según un estudio realizado por la Universidad de California en conjunto con la Universidad de Texas, se determinó que por cada 10 a 50 consultas sencillas, modelos similares a ChatGPT-3 (el modelo más actualizado en ese momento) consumen 500 mililitros de agua.

Como proyección al futuro, el mismo estudio estipula que, para 2027 en pos de abastecer la creciente demanda, se utilizarán 6 600 millones de metros cúbicos de extracción de agua.

«No todo avance tecnológico es ético»

Este es el punto de vista de Tracy Mora, ilustradora profesional desde hace cinco años y alumna del curso de pintura impartido por Francisco Bruna. «Creo que cuando las tecnologías pasan a llevar el trabajo creativo de una persona, se debe hacer un alto. Muchas personas han perdido sus trabajos solo porque sus jefes quieren abaratar costos, sin preocuparse de la calidad del producto final. Y esta actitud de indiferencia también la han comenzado a replicar los consumidores».

Mora también comparte la preocupación de su profesor: «Me asusta la rapidez con la cual ha avanzado esta tecnología, al igual que la velocidad con la que las personas la han aceptado sin más. No siento que haya un pensamiento crítico sobre este tema, porque la gente no ven al arte como algo importante, y eso es muy peligroso. Nos convierte a todos en individuos manipulables, porque nos arrebata nuestra forma de expresión personal», expresó.