Club de lectura: su gestión y fomento en Concepción

Dentro del Mes del Libro, muchas actividades se planean alrededor de esto, ya sean promoviendo la lectura en los jóvenes, talleres de escritura y sobre todo llamando a la participación de los famosos clubes de lectura, que se abren a una nueva comunidad lectora.

Desde hace tiempo existe el pensamiento que las generaciones jóvenes “ya no leen”; sin embargo, estas agrupaciones demuestran ser una respuesta silenciosa, pero firme ante este pensamiento. Creando un espacio seguro y libre que fomenta la lectura en todo tipo de personas, no solo se habla de libros tomando té como se puede creer. También al conocer gente con los mismos gustos y hobbies similares a ellos, se crean lazos de amistades significativos con la comunidad y la lectura.

La relación de las personas con los libros ha cambiado constantemente, muchas de ellas se van creando en los colegios. Estudios afirman que la literatura debe motivarse desde muy pequeños con libros entretenidos y educativos, ya que, ayudan a fortalecer la imaginación y creatividad, como también reforzar la comprensión lectora, vocabulario y léxico al momento de comunicarnos.

Pero varios comentan que las listas obligatorias de libros implementadas por las escuelas son rígidas, el hecho de memorizar y analizar un libro de manera específica. Llevando a los chicos a no terminar los libros solicitados, ya que se siente como una tarea pesada. “Yo fuera del colegio leía mucho, pero cuando eran los libros obligatorios me costaba un mundo terminarlos”, comentó Raúl Bravo, estudiante de Enfermaría, que es fanático de los cómics y novelas de ciencia ficción.

“Creo que el darle el enfoque recreativo, de disfrute, de conexión personal y significativo que se puede encontrar en un club de lectura hace mucho la diferencia”, reflexionó Raúl, al pensar en los amigos que ha hecho en el club.

Reunión del Club de Lectura LGBT+
Foto sacada de Instagram

Inicios y actividades comunes de club

Muchos de los grupos son autogestionados que nacen a través de recomendaciones entre amigos o por redes sociales. Estas también son clave para conectar con los lectores, ya sea, Instagram o TikTok, que florecen comunidades compartiendo reseñas, organizan lecturas conjuntas y generan encuentros presenciales. Lo digital, lejos de ser un enemigo del libro, se convierte en una puerta de entrada a la lectura para muchos adolescentes.

Ellos se reúnen una vez al mes para comentar los libros que escogen para esa fecha. Se presentan entre ellos, comparten sus impresiones generales del libro y así es como comienza la magia. Hablan a detalle distintos aspectos como los escenarios, personajes, analizando sus temáticas, etc., para luego cada persona le coloque puntaje de uno a cinco estrellas y programar la siguiente lectura con su próximo encuentro. Entre todos los mismos miembros del club, pueden proponer el siguiente libro, luego estos se ponen en una encuesta que después es votada.

Amanda Carrasco, la facilitadora del club de lectura LGBT+ comentó como actualmente el formato es distinto para obtener los libros, ya que ganaron un fondo financiero, lo que les permite adquirirlos necesarios para todos sus integrantes. “Los libros que queríamos leer para este año, los propusimos el año pasado. Ahora votamos por los de esa lista, ya que, están comprados”.

Reunión del Club de Lectura LGTB+
Foto sacada de Instagram

Tras bambalinas del club

Detrás de cada club de lectura hay alguien o varias personas, que sostienen silenciosamente el espacio. Quienes escriben los correos, reservan las salas, piensa la pauta, consiguen los libros y, sobre todo, hacen que las conversaciones fluyan. Son los gestores de clubes de lectura, una figura muchas veces invisible pero fundamental en el ecosistema cultural de Concepción.

Ese es el caso de Francisca Aguayo, que al principio era un miembro del club y conforme se adentraba al cómodo espacio que brindaba la comunidad. Fue tomando más responsabilidad hasta ser la segunda administradora junto a Amanda y también manejar las redes sociales que tiene el grupo. “Me gustaba que nadie se sintiera dejado de lado, participaba harto, entonces dije, ya yo te ayudo y ahí comenzamos”, recordaba sonriente sus inicios en el club.

Pero para sus ojos, aunque sigue su trabajo tras bambalinas, donde ella se encarga de redes sociales, de dar ideas, contenido, coordinar ciertas cosas como las reuniones y la compra de libros. Ella sigue siendo un miembro más del club y así está bien.

Ciertamente, lo más valioso que entregan es intangible: crear espacios de encuentro. En un mundo acelerado, individualista y mediado por pantallas, reunir a personas en torno a un libro y una conversación es, en sí mismo, un acto de resistencia cultural. Los clubes de lectura no solo promueven la literatura. Promueven el diálogo, la escucha, el pensamiento crítico. En suma, promueven comunidad.

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