El otro rostro de los feriados: basura, abandono y consecuencias invisibles

El aumento sostenido de residuos tras los días festivos representa un desafío creciente para la municipalidad de Concepción. Mientras las autoridades reconocen y advierten sobre los riesgos sanitarios, el daño ambiental y la desprotección de los animales callejeros, principales víctimas de esta negligencia urbana.

La basura, independiente de la región o sector en el que aparezca, lejos de ser solo una molestia estética, representa una amenaza directa para la salud pública, el medio ambiente y de los animales callejeros que encuentran en los residuos su única fuente de alimento.

Cada vez que la ciudad penquista atraviesa un feriado largo o una jornada festiva masiva, el escenario que queda al día siguiente son las calles cubiertas de basura, contenedores desbordados, y un aumento de desechos que afecta tanto a la población como al ecosistema urbano. Bolsas plásticas reventadas dejan al descubierto restos de comida, botellas, vasos descartables y hasta muebles rotos.

Pero uno de los sectores más invisibilizados en esta problemática son los animales callejeros. El aumento de restos de comida en mal estado incrementa su exposición a intoxicaciones, heridas por objetos cortopunzantes y enfermedades digestivas.

Perros y gatos, que dependen de estos residuos para alimentarse, corren riesgos al ingerir plásticos, huesos afilados o alimentos en estado de putrefacción. También pueden resultar heridos por vidrios, latas o restos metálicos. Incluso se han visto afectadas las personas en situación de calle “Todas las tardes veo que abren las bolsas buscando cosas que les sirvan”, comentó Patricia Iribarren, vecina del sector centro de la ciudad. “La gente bota mucha ropa, zapatos, cosas de casa, muebles y al intrusear dejan más desordenado que antes”.

Animales callejeros revisando basura acumulada, luego de Semana Santa
Creditos: autoría propia.

Una gestión que se ve sobrepasada

Los vecinos miran, se quejan, pero pocos actúan. Algunos culpan a la municipalidad, otros a los ciudadanos irresponsables. La verdad es una suma de omisiones. Aunque se realicen campañas de concientización, cambios o implementaciones de infraestructura para el correcto reciclaje, falta educación ambiental. Pero también falta empatía, tanto con el entorno como con los seres vivos invisibles para la mayoría. En algunas zonas, los vecinos ya no esperan soluciones. Colocan carteles improvisados que ruegan por civismo: “Por favor, no botar basura aquí”, dice uno, colgado de un poste. Al pie del cartel, una pila de bolsas reventadas parece responder con indiferencia.

“La acumulación de residuos es una lucha interminable, la gente saca la basura de su vista, dejándola en cualquier lado”, declaró Edgardo Peña, conductor de camión recolector en diferentes sectores de Concepción. En relación con su trabajo, la gente no los culpa por la no recolección en los feriados o festivos, los tratan con respeto y amabilidad “Ellos agradecen el trabajo de eliminación de desechos, se valora y se nota el cariño de las personas”.

Más allá de la capacidad institucional, el comportamiento ciudadano es un factor clave. El uso desmedido de productos descartables y el abandono de basura en espacios públicos reflejan una falta de cultura ambiental profundamente arraigada.

Basura abierta en la calle
Creditos: autoría propia.

La falta de conciencia como raíz del problema

Algunos coinciden en que enfrentar este problema requiere acciones. Pero también hace falta un cambio de mentalidad. “Incluso en espacios naturales, donde la gente va a hacer trekking que son más alejados, hay basura y mucha”, comento Luis Chavarriga, estudiante de Ingeniería en Conservación de Recursos Naturales, sobre como la acumulación de basura ha llegado a reservas y humedales. “Soy optimista y he visto que han surgido varias iniciativas ante esto, pero no estoy seguro si será suficiente para cambiar la conciencia de las personas”.

Campañas informativas, normativas más estrictas sobre el uso de plásticos de un solo uso, y sanciones por arrojar basura en la vía pública son algunas de las medidas que han comenzado a implementarse en otras ciudades del país, con resultados distintos.

La basura que queda después de una celebración no es un simple resto: es el reflejo de cómo se vive en comunidad, de lo que la gente valora, y de quiénes deciden ignorar. Mientras Concepción regresa a su rutina, miles de residuos quedan esparcidos como evidencia de una responsabilidad aún pendiente.

Por ahora, las imágenes de bolsas desbordadas y residuos al pie de los árboles siguen siendo parte del paisaje habitual después de cada jornada festiva. Un recordatorio silencioso de que celebrar no debería implicar contaminar ni poner en riesgo a quienes, sin voz ni protección, sufren las consecuencias del descuido colectivo.

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