“No era rara, era autista”: las mujeres que crecieron sin tener el diagnóstico correcto SaludPor Elizabeth Cárcamo Valdebenito - 26 mayo, 2025 Aunque en la actualidad se sabe más acerca de cómo se manifiesta el autismo en mujeres, aún existe una brecha hasta 8 años en el diagnóstico en comparación a los hombres. Ángela Rivas, profesora de Lenguaje, tenía 35 años cuando, al fin, obtuvo la pieza del rompecabezas que le dio sentido a gran parte de su personalidad y sus comportamientos: descubrió que está dentro del espectro autista. Desde temprana edad, las mujeres internalizan normas sociales a través de juegos como el de muñecas, lo que puede provocar que sus rasgos autistas sean menos evidentes y se demore más su diagnóstico. Según la OMS (2017), se calcula que 1 de cada 160 (0,625%)niños en el mundo tiene TEA. Foto rescatada de Red Cenit. La Confederación Autismo España afirma que “los factores socioculturales pueden tener un gran peso en las desigualdades asociadas al género que experimentan las niñas y mujeres con TEA”. Antonia Salas, estudiante de enfermería de 21 años, cuenta que “nunca sospeché de estar dentro del espectro, sabía los signos de una persona del espectro, pero no me sentía identificada con ninguno”. Diagnósticos errados En el caso de Rivas, desde niña siempre se sintió distinta. No le provocaba risa lo que sí divertía a la mayoría. Aún hoy le es difícil disfrutar a ciertos humoristas. Por esas diferencias con sus pares, recibió distintos diagnósticos durante la infancia y la adolescencia, para finalmente recibir el correcto en su adultez. “Me dijeron que tenía depresión moderada o severa. En otra ocasión me diagnosticaron trastorno por déficit de atención de tipo inatento, pero en realidad nunca acertaban con el diagnóstico. Fue un alivio cuando, por fin, supe que era autista”. La profesora apunta que uno de los motivos de error en su perfil psicológico se debe a que la depresión en mujeres se considera más frecuente que en varones, y además está el fenómeno del masking. El enmascaramiento, es la estrategia de ocultar rasgos autistas para encajar en la sociedad. “En psicología, el término masking significa ponerse una máscara neurótica, es decir, camuflarse o adaptar la conducta de uno mismo a lo socialmente esperado en cada momento” explica el Centro de Psicología Marhela. Ángela expresa haberlo practicado muchas veces durante su vida, comenta que “siempre decía que sí a eventos sociales, pero me agotaban totalmente”. El costo del diagnóstico tardío Aun así, admite que tal vez lo mejor fue no haber recibido su diagnóstico en su infancia, posiblemente habría sido estigmatizada y sus padres carecían de información. “Hay más conocimiento al respecto en la actualidad, seguramente mi familia no habría sabido cómo acompañarme”, reflexiona. Según una revisión publicada en la revista Escritos de Psicología por Montagut et al. (2018), el TEA se diagnostica entre tres y cuatro veces más en varones que en mujeres. Evelyn Romero, psicóloga, advierte que “la falta de un diagnóstico correcto puede derivar otros problemas de salud mental, debido a la ausencia de herramientas para afrontar la condición real y sus dificultades asociadas”. Por eso, cuando Ángela finalmente recibió su diagnóstico, lo vivió como un “alivio”. Algo similar ocurrió con Antonia, quien, a pesar de no tener sospechas de estar dentro del espectro, sintió que esta información le entregó muchas respuestas sobre sus emociones y experiencias. Ambas coinciden en que haberlo sabido durante la adolescencia podría haberles permitido afrontar mejor los problemas de esa etapa. Límites, estigmas y excusas La futura enfermera recuerda que “cuando mi neurólogo me dio la noticia, también me explicó que no era algo malo o que mi vida iba a ser diferente, solo que debía estar alerta sobre ciertas cosas. y eso he hecho desde entonces”. Para Ángela, en cambio, el diagnóstico ha significado la posibilidad de establecer límites con mayor seguridad, aunque confiesa que “muchas personas creen que es una excusa”. Grunya Efimovna Sukhareva fue una de las primeras personas en hablar del autismo y sus síntomas en 1925. Foto por Federación Autismo Madrid. Tanto Romero como Salas y Rivas, hacen énfasis en la falta de información respecto a las mujeres autistas. Y esto se debe a que, como explicó Evelyn, “las primeras investigaciones se realizaron en hombres y por esta misma razón muy pocas mujeres eran identificadas con TEA, puesto que sus rasgos eran distintos y tenían mayores habilidades sociales. Ahora, menos mal, hay más investigaciones que profundizan en cómo se presenta esta condición en ambos géneros”. Los desafíos a la hora de diagnosticar siguen siendo varios, especialmente en el caso de los sujetos femeninos, debido a los estereotipos y escasa información que existía sobre cómo se presenta el autismo en comparación a los hombres. Incluso, especialistas señalan que, dejando de lado los estereotipos, podría haber tantas mujeres como hombres dentro del espectro. Si quieres saber más acerca del TEA, podría interesarte: El diagnóstico de autismo y sus cambios a través de la historia. Foto: Adobe Stock.