Transformada por el servicio: la huella que deja el voluntariado 

Voluntariado de Desafío Levantemos Chile

La vocación por enseñar y el compromiso social se unieron a Ana San Martín, quien, tras participar en el voluntariado por la emergencia en Viña del Mar, reafirmó su convicción de generar un impacto.

La amabilidad, el amor, la generosidad y la empatía por los demás son los valores que definen a Ana San Martín, de 22 años. Estudiante de Pedagogía en la Universidad de Chile, y voluntaria en Desafío Levantemos Chile. Ana afirma que su alegría y vocación por lo que hace son su mayor fortaleza cada día. 

Ana es una joven que creció con un deseo de generar un cambio en la sociedad, un llamado a ayudar, a ir más allá, un motivo para levantarse y marcar una diferencia. Eso era lo que anhelaba: ayudar, sin esperar nada a cambio. Y eso fue suficiente para dedicarse al voluntariado en Desafío Levantemos Chile. 

Ser voluntaria, hacer un cambio

Ana nunca imaginó que su primera participación sería en la emergencia de Viña del Mar, durante el verano 2024, el megaincendio en el que hubo más de 15 000 damnificados.  

Un hecho que marcó su vida, pues por primera vez vio cara a cara a los afectados. “Nunca había estado en una situación así; fue muy chocante ver a toda la gente que había perdido todo. Pero, aun así, era sorprendente la fortaleza de querer salir adelante”, expresa Ana. 

Ana en su última participación de DLCH.
Créditos: Ana San Martín.

Cada día del voluntariado, Ana madrugaba y viajaba a Viña del Mar. No le importaba la hora; su deseo de ayudar era mayor. Recoger escombros, recibir y ordenar donaciones, y conversar con las personas para conocer sus necesidades formaban parte de su labor. “Nos íbamos a las cinco de la mañana para estar desde las siete hasta las seis de la tarde ayudando y limpiando”, comenta. 

Ana relata cada detalle de su historia de manera tranquila y recuerda uno de los momentos en que sintió un profundo pesar. “La gente me contaba lo que había vivido y era muy fuerte, muy duro, y yo realmente no sabía cómo reaccionar, no sabía cómo contener. Yo no podía prometer que el día de mañana les íbamos a tener una casa o les íbamos a devolver su sustento. Solo podía escuchar y decir que la entendía, aun sabiendo que jamás había estado en sus zapatos”. 

En varias ocasiones, Ana recalca que esa experiencia cambió su forma de ver la vida y le hizo abrir los ojos. Contrario a lo que se podría suponer, su deseo de acercarse a ayudar a la comunidad fue en aumento, lo que se relaciona completamente con sus valores. 

Ana recuerda su primera experiencia de voluntariado con nostalgia y, en su forma de contar los detalles de sus actividades de asistencia, se evidencia un gran sentimentalismo. “Ser voluntaria es un trabajo constante durante todo el año. Desde celebrar la Pascua con los niños en hogares, realizar actividades en residencias de adultos mayores, hasta llevar a cabo la restauración de escuelas y espacios para la comunidad. Más que nada, proyectos que no lleven más de dos semanas de trabajo en alguna zona de Chile”. 

Las palabras de agradecimiento, el amor y cariño que le entregaron aquellos afectados no se le olvidarán jamás; esas relaciones que le llenaron el corazón. 

Vocación en la Pedagogía

San Martín siente una pasión por la empatía hacia la comunidad, lo que se reconoce en que, a pesar de estar estudiando Pedagogía, se hace un tiempo para ayudar, porque es el principal motivo de querer ser profesora.  

Ana en su universidad actualmente está en una ayudantía en una de las asignaturas de su carrera. Créditos: Ana San Martín.

Ella sabe que cualquier tipo de ayuda crea un cambio. Ana quiere marcar la diferencia enseñando. Sabe que un consejo o palabras de aliento a un niño pueden transformar su mente e inculcarle la ambición de seguir adelante y de continuar estudiando. “Yo quise estudiar Pedagogía porque quiero aportar positivamente en la vida de los estudiantes, que, sin importar las dificultades, pueden llegar lejos. Porque al final cada granito de arena conforma la playa completa. Siempre vi la Pedagogía como algo que transforma a las personas, porque es increíble lo que te puede marcar un profesor. Un docente puede hacer que no te guste un ramo, que te vaya mal en eso y lo termines odiando. Siento que el poder que tienen es increíble y yo quiero aprovechar eso desde el lado bueno”, señala la entrevistada. 

Para la aspirante a docente, las experiencias que ha tenido en su práctica universitaria han sido algo que no deja de sorprenderla y llegándole al corazón. ¨He evidenciado realidades supercomplejas, y yo quiero ser parte del cambio. Hay muchos desafíos en la educación en contextos vulnerables; un ejemplo es la deserción escolar. Me han tocado prácticas donde he estado con chicos de segundo medio que me dicen que no quieren seguir estudiando porque prefieren vender zapatillas. Entonces claro, hay gente que se sustenta diariamente como vendedores de cosas así. Pero es muy difícil, porque no es algo que a largo plazo pueda funcionar con seguridad. Eso para mí es un desafío, el poder motivar a un joven que no tiene nada a que tenga ganas de estudiar, entendiendo que miles de niños viven en contextos supervulnerables¨, reflexiona Ana.  

Un sueño de ser pedagoga que no vino de la nada, sino de una pasión inculcada por su padre, también profesor. “Yo a veces lo acompañaba al colegio y mucha gente hablaba bien de él, y muchos alumnos hasta el día de hoy se le acercan a saludarlo muy amorosamente; y eso quiere decir que ha hecho las cosas bien”, explica la voluntaria. 

Una infancia ligada a la felicidad

La sencillez y el agradecimiento por la vida fueron heredados por sus progenitores. Tiene una especial admiración por el esfuerzo que ellos tuvieron al momento de enfrentar los desafíos que conllevan provenir de una familia de sacrificios. A pesar de esto, Ana define su infancia como algo feliz y lleno de aprendizaje. ¨Pese a que no todo siempre fue felicidad, fui muy feliz cuando niña. Mis papás me enseñaron muchas cosas que hoy me hacen ser la persona que soy. Mi pensamiento crítico sobre las injusticias sociales, políticas y otras nacen porque en mi familia siempre fue algo que se cuestionó. Por lo mismo, en muchos aspectos tenemos puntos de vista, luchas sociales y políticas muy similares. Me enseñaron la vida como es y sin vivir en una burbuja. Siempre fui consciente de la realidad que muchas personas tienen que vivir¨, recuerda la joven. 

Ana junto a su familia: sus padres y su hermano Samuel.
Créditos: Ana San Martín.

Para ¨Nonita¨, como es apodada por su entorno, el hablar de sus luchas políticas y sociales es algo por lo que siente real interés. La joven rescata lo importante que siempre ha sido para ella generar acciones sociales que vayan con sus ideales. ¨Siempre me han hecho ruido las injusticias, ya sea en la política o en lo social. Creo que, por lo mismo, es superimportante para nuestra generación estar siempre informados de lo que pasa. Dentro de lo que puedo, siempre estoy inmersa en ese mundo porque creo que somos nosotros quienes generamos los cambios. Creo que eso nos falta un poco a los jóvenes, siento que nos hemos decepcionado un poco de la política, y al final es algo donde sí o sí tenemos que estar presentes si buscamos mejorar como sociedad¨.  

Ana destaca que, sin los valores de esfuerzo de su madre, tampoco sería nada; una mujer que le enseñó a valerse por sí misma y a luchar por sus ideales. ¨Si bien, mi mamá nunca estudió una carrera universitaria, ella siempre buscó la forma de salir adelante y surgir. Siempre la vi esforzarse por nosotros con mi hermano Samuel, también desde ahí nace un poco mi relación con la naturaleza¨.

La voluntaria desde pequeña tuvo una especial relación con el medio ambiente y lo natural. ¨Cuando era niña siempre estuve inmersa en ese entorno. Acompañaba a mis papás a plantar verduras, trabajábamos la tierra e íbamos a ver a los animales en la parcela. Hoy mi mamá tiene plantaciones, una huerta que trabaja ella misma, a veces con ayuda de nosotros cuando estamos en la casa. Vende sus propios productos y eso también demuestra el esfuerzo que siempre ha realizado por las cosas que le gustan”, cierra Ana refiriéndose a su madre.  

Para Nonita la vida siempre será mirar todo más allá solo de su propio metro cuadrado. Los valores que gracias a ella y su familia ha logrado construir la hacen ser la persona que es hoy. Con un entorno lleno de personas que la aman por eso. Con una meta de vida y profesional totalmente clara, hacer un cambio en la vida de las personas y dejar su propia huella desde su vereda.

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