En otoño e invierno, es habitual salir de nuestras casas y sentir el olor a humo de forma invasiva y molesta. 

Con las bajas temperaturas ya presentes, comienza a surgir la necesidad de calentar nuestros hogares, y el uso de la leña con este fin es muy común, sobre todo en las zonas centro y sur del país. 

Lo que genera, de por sí, una mayor contaminación en el aire, que se suma a la que ya está presente durante todo el año, provocada por el transporte y actividades industriales que emiten dióxido de carbono y otros contaminantes. 

Pero, ¿qué efectos tiene en nuestra salud? Según el estudio El aire que respiramos: pasado, presente y futuro del Centro de la Ciencia del Clima y la Resiliencia, la contaminación por material particulado 2,5 es motivo de 3000 hospitalizaciones y 4500 muertes al año en el país. 

Los más afectados por este tipo de contaminación son los adultos mayores, niños y personas con enfermedades pulmonares como el asma.  

Cada año nos vemos enfrentados a alertas de preemergencia y emergencia ambiental, pero ¿hay quiénes verdaderamente se preocupen de esto y tienen los cuidados necesarios, o netamente es otro problema que obviamos como sociedad? 

Implementar una conciencia de cuidado del medioambiente es difícil y es un proceso lento, pero necesario. 

No quiero decir que las personas dejen de usar leña para calefaccionarse, sé que es lo más económico y accesible para muchas familias; sin embargo, tomar las precauciones necesarias como, usar leña seca, resguardarla bajo techo, mantener el tiraje abierto de la estufa, entre otras, son medidas de carácter necesario y urgente que deben implementarse. 

De igual forma, es imprescindible promover alternativas de calefacción más amigables con el medioambiente. Los aires acondicionados eficientes y termoventiladores eléctricos son una gran alternativa para esta temporada de bajas temperaturas. 

Debemos ser conscientes y asumir, como sociedad, el compromiso de proteger la calidad del aire que respiramos.