Aquellos que nunca dejaron de aprender

A nadie le puede importar más la educación que a los mismos profesores, indiferentes de las circunstancias adversas, son ellos quienes la sacan adelante por mérito propio, aunque esté cerca el fin de sus carreras profesionales el instruir a las nuevas generaciones es una labor que nunca acaba.

El estrés por las clases virtuales se reparte de forma equitativa entre profesores y alumnos, ambos tienen sus propios problemas que dan paso a soluciones específicas, después de todo cada quien se ha reinventado a su propia forma en esta pandemia. Sin embargo nos olvidamos de quienes no crecieron junto a la tecnología, aquellos que se formaron con otro sistema, y es que los adultos mayores que ejercen como pedagogos se toparon con que una vez más tendrían que aprender algo nuevo: hacer clases virtuales.

Las dos caras de la moneda

De ninguna forma se debería asumir que por ser mayor un persona se vuelve totalmente incompatible con la tecnología, pero lo que sí hay que tener en cuenta es que como cualquier herramienta nueva, esta debe poseer un instructivo para su uso, y como los más adultos no están tan familiarizados con las nuevas plataformas, este último requisito es completamente necesario. Una profesora de ya 62 años, quien por motivos personales pidió no revelar su identidad, aseguró que el inicio fue complicado, pero por parte del colegio se les facilitó una capacitación para manejar las plataformas en las que realizan clases, además de contar con el apoyo de sus colegas. Pese a que logró adaptarse lo que más le pesaba era la ausencia de contacto, asegurando que: “A mí personalmente es un tema que no te deja hacer lo que tienes que hacer como profesora, porque pierdes toda la cercanía con los alumnos, no ves emociones, en este modo online donde no se muestran, solo miras una pantalla y eso yo lo encontré impersonal y desgastante”. Por otra parte dice sentir que al menos se cumplió el objetivo mínimo que es el pasar de curso, eso sí con una exigencia más baja a la que se estaba acostumbrada.

Es entonces que se entiende que los profesores tuvieron que poner de su parte para llevar a cabo su profesión, pero a diferencia del caso anterior no todos tuvieron el mismo apoyo. El punto de partida de Rigoberto Bravo, profesor de la escuela Lagos de Chile, fue totalmente distinto, ya que expresó que por parte del colegio no existió ningún apoyo o capacitación en tema de realizar clases online o manejar las plataformas para hacerlo. Siendo uno de los pocos profesores que quedan de formación normalista, es tajante en este punto asegurando que: “Es la obligación del empleador capacitar a sus empleados, por ejemplo un banco no puede esperar que sus bancarios busquen por si solos las herramientas para trabajar y aprender todo, sino que ellos tiene que capacitarlos para lo que ellos desean que haga el empleado”. Al respecto de lo anterior, lo único que les quedó como profesores fue aprender de forma autónoma y con ayuda de otros colegas, pero la crítica a la ausencia de responsabilidad por parte del empleador es algo que recalcó constantemente.

A fin de cuentas la constante queja de los docentes a este sistema son las pantallas en negro, por parte de Rigoberto el problema trasciende a los apoderados, quienes no se preocupan de que sus hijos estén prestando atención y no los incentivan a prender sus cámaras. Pero como se verá a continuación el problema más grave es que cada quien está por su cuenta a la hora de aprender a utilizar las plataformas.

Entrada escuela Lagos de Chile. Imagen captura de Google Maps.

Realidad dispar

Aquellos con la suerte de recibir instrucción por parte de sus establecimientos son los menos, la mayoría estuvo por su cuenta y es una realidad que explica el presidente regional del colegio de profesores Jorge Barriga. A pesar de reunir a más de 65 mil afiliados, Barriga lamenta que los recursos no son los suficientes para ofrecer apoyo a los gremios, pues el activo que más escasea es el tiempo, una ayuda sistemática entre tantos sectores resulta imposible, más aún cuando la solución es parte del problema si consideramos que los que más necesitan del apoyo, no pueden o no saben cómo unirse a una llamada de zoom. Pero sería injusto culpar al colegio de profesores, ya que por experiencia personal Jorge afirma que entre los mismos colegas se apoyan para entender los nuevos métodos, en cambio la crítica apunta más arriba, declarando “El ministerio no ha gastado ningún peso en educación por el tema de la pandemia, lo único que ha hecho es redirigir los recursos que ya tenían los sostenedores, pero en términos generales no ha gastado ningún peso”. Su crítica va más allá y en línea con lo anterior acusa: “Esta insistencia que ha tenido el ministerio de volver a la prespecialidad, obedece netamente a un tema económico, ya que por ejemplo si los niños vuelven al colegio los apoderados podrían salir a trabajar”.

Según una estimación del Seremi de salud el 83% de los funcionarios de la educación ya están al día con las dos vacunas. Foto de mineduc.cl.

No hay que mirar en menos a los adultos mayores, con tal de educar a los niños ellos son capaces de volver a ser alumnos y aprender nuevas formas de enseñar. El único impedimento para esto tiene un origen más de fondo, y aunque afecta a todos los docentes, los más golpeados son los colegio municipales, donde al estar bajo el ala del ministerio de educación se han visto privados de cualquier instrucción que les enseñe el uso de las nuevas herramientas.

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