Las dificultades para que la olla común siga en pie

Tras una revuelta social y en medio de una pandemia, en Chile ha resurgido el fenómeno de la olla solidaria. Luego de varios meses, tras miles de platos de comida entregados y limitado personal dedicándose a este servicio, uno de los comedores solidarios de Chillán está pronto a finalizar sus funciones.

La olla común tiene como objetivo principal satisfacer la necesidad básica de alimentación entre los vecinos, esta premisa guio a los comedores comunitarios de las poblaciones Vicente Pérez Rosales y Luis Cruz Martínez de Chillán. A pesar de ser barrios alejados, comparten una historia de resistencia y una presente vulnerabilidad socioeconómica que se vio empeorada por la pandemia.

A punta de donaciones y fuerza de voluntad, las ollas solidarias son una de las respuestas más eficientes ante la urgente crisis sanitaria, especialmente cuando la ayuda de las autoridades fue tardía. El comedor de Luis Cruz Martínez comenzó a funcionar el 27 de marzo del 2020, antes de que el gobierno anunciara la entrega de cajas con alimentos. De hecho, la fundación de esta olla y las que le siguieron jalaron el gatillo para que las autoridades municipales se movilizaran. Juan Matamala, dirigente vecinal de Luis Cruz Martínez describe: ‘’Empezamos con aportes propios, luego se acercó el alcalde Zarzar y desde mayo del 2020 no ha parado la ayuda de la municipalidad’’.

Rescatar una práctica histórica

Para Fernanda Salinas, abogada y fundadora de la olla común en los sectores Real Colonia y Dos Sur de la población Vicente Pérez Rosales, una de sus motivaciones fue ayudar al barrio de su abuela y: ‘‘Recuperar el comedor solidario donde ella participaba en el 74, dándole colaciones a los niños’’. La sede de actividades es la capilla Divino Maestro, mismo lugar del antiguo proyecto.

La olla común fue un recurso usado durante la dictadura. Foto: Museo de la Memoria.

Una razón similar comparte Mariana Lagos, coordinadora y cocinera en la olla de Luis Cruz Martínez. La madre de Lagos presenció los inicios de la población en los años 60, cuando era una toma de terreno y la mejor forma de combatir el hambre era cocinar en conjunto. Su participación mantiene viva una tradición familiar marcada por la determinación, la solidaridad y la vida comunitaria, valores que espera transmitir a su hijo de 10 años, Agustín.

Durante el 2020, ambos centros fueron beneficiados por el ‘‘Programa de apoyo alimentario familias de Ñuble covid-19’’ del gobierno regional, el cual terminó el 31 de diciembre. Luego de esta fecha, el comedor de Real Colonia y Dos Sur reemplazó la olla por cajas de alimentos, notando el cansancio y falta de personal. Luis Cruz Martínez se vio menos afectada, pero el futuro no les sonríe.

Un año y dos meses llegan a su fin

Tras 14 meses trabajando sin descanso, el 28 de mayo de 2021 la olla solidaria de Luis Cruz Martínez cerrará. Alcanzaron a distribuir aprox. 47 mil raciones de comida, en su peak alimentaron a 260 personas al día y acomodaron su menú a cada celebración nacional. Se quedan con la gratitud de los vecinos, pero el cansancio físico y las promesas rotas son mayores que sus ganas de continuar.

»No hay consideración con la ayuda de la comunidad porque siempre han creído que tiene que ser voluntaria».

La cocina de Luis Cruz Martínez reparte almuerzos desde las 11:30 am de lunes a viernes. Foto: Mariana Lagos.

Tampoco se libraron del covid-19. La coordinadora Mariana Lagos se contagió mientras distribuía colaciones a la tercera edad y estuvo hospitalizada durante 25 días. Volvió apenas se recuperó, ya que su rol es esencial dentro del pequeño equipo de nueve personas. Además, Lagos menciona: ‘‘Todos los que estamos aquí somos desempleados’’. Debido a esto, Matamala buscó gestionar un incentivo monetario a través de la municipalidad para retribuir al equipo desempleado y jubilado. A pesar de mantener buenas relaciones con las autoridades, sus intenciones llegaron a oídos sordos. El dirigente menciona: ‘‘No hay consideración a la ayuda de la comunidad porque siempre han creído que tiene que ser voluntaria’’.

Múltiples figuras lo han contactado para conmemorar el último día de la cocina e incluso mantenerla abierta, pero Matamala se mantiene firme. Está dispuesto a reactivar la olla común sólo bajo ciertas condiciones y compromisos que reconozcan y remuneren la labor de los trabajadores.

Combatir el desempleo

La situación de la olla Luis Cruz Martínez refleja que la participación comunitaria es un sacrificio de tiempo y esfuerzo a la vez que interpola con la cesantía. Durante marzo del 2021, la tase de desempleo en Ñuble alcanzó un 8,7%, cifra acrecentada por las cuarentenas. Para revertir la situación, la Municipalidad de Chillán ha intentado fortalecer la capacitación y formalización de emprendimientos. Jorge Chávez, periodista de la Dirección de Desarrollo Comunitario (DIDECO) de la ciudad, menciona: ‘‘La Oficina Municipal de Intermediación Laboral ha reforzado su rol de nexo entre las empresas que necesitan contratar gente para cubrir puestos laborales y personas cesantes’’.

DIDECO mantiene sus oficinas abiertas en la Escuela Los Héroes. Foto: DIDECO Chillán en Facebook.

En los próximos meses de pandemia, es esencial que el gobierno local y nacional cubra las necesidades que esta crisis ha visibilizado. Especialmente en retribución a aquellas personas que desde la organización comunitaria se han hecho cargo de la labor que corresponde a las autoridades.

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