Negacionismo en el cambio climático: combatiendo un problema invisible

La Tierra vive un momento crucial. La acción del ser humano ha llegado a un punto en el que muchos y muchas se están planteando qué le depara a la sociedad. Pero ¿están todos conscientes de eso?

De acuerdo a una de las encuestas realizadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Universidad de Oxford, un 64 % de la población considera que el cambio climático es una emergencia. Parece ser que finalmente los cambios en el planeta están preocupando a sus habitantes. Sin embargo, ¿qué sucede con el 36 % restante? 

Estamos en 2022 y los llamados “negacionistas” se han alzado como no creyentes de un escenario que, aunque desde la perspectiva de muchos parece no tener vuelta atrás, para ellos es un simple proceso natural. 

¿Qué es lo que sucede cuando algo como la crisis climática tiene tanta base científica detrás, pero aun así hay gente que se niega a creer en él? ¿Qué se puede hacer al respecto?

Donald Trump durante su periodo como presidente de los Estados Unidos fue un constante detractor del cambio climático. Fotografía: Olivier Douliery.

Rompiendo con razonamientos

Así como aquellos que sí creen que el mundo está atravesando un proceso anormal tienen discursos en los cuales apoyarse, es peligroso pensar en que este no es el caso de los negacionistas. Que no es primera vez que pasa, que dos o tres grados más no hacen la diferencia o que no es culpa del hombre son algunas de sus prédicas. Pero ¿qué tan ciertas son estas ideas?

“Vivimos en un planeta que tiene ciclos de calentamientos y enfriamientos, pero es tanta la huella del humano en la Tierra, que ya no solo afecta en que progresivamente existan más eventos extremos, sino que ya llegó a un nivel geológico, de especies, de sequía, de laguna, de derretimiento de glaciares, de impacto global en la dinámica terrestre y es geológico”. 

El eterno problema de la ciencia

Entonces, si la información está, si las cosas se han estudiado durante años, ¿qué ha fallado para que se posicione tan fuerte el negacionismo? 

La autocrítica corre por parte del mismo Salgado, quien es consciente de que “la ciencia históricamente tiene una deuda con la sociedad respecto a cómo baja la información desde el lenguaje científico y la academia a las conversaciones de un almuerzo de domingo o una once familiar, y hay también mucho conocimiento reciente que no pasa a las aulas”.

Esto último toma bastante sentido cuando se piensa que el contenido que se estudia en colegios en un ramo como ciencias naturales es de aproximadamente 300 años atrás. Actualmente se están desarrollando programas que incentivan la ciencia en los niños y niñas, como Escuelab, ciclo de talleres realizados por la Universidad Andrés Bello. A pesar de ello, para el profesional egresado de la Universidad de Concepción, aún queda mucho por hacer.

“No basta con ir a dar charlas a los colegios, no basta con emitir documentales, porque son cosas de una vez”.

Desde 2018, todas las primeras semanas de octubre se celebra el día de la ciencia en Chile. Fotografía: Conicyt.

En manos del ser humano común y corriente

¿Qué se puede hacer entonces cuando la ciencia no acierta del todo en sus herramientas, cuándo incluso hay líderes políticos como Donald Trump que encabezan el movimiento negacionista y cuando existen intereses económicos que no permiten avanzar?

Aquí es cuando surge la acción de organizaciones y espacios ambientales, que a nivel nacional, pero sobre todo local, siguen actuando convencidos, pese a lo desesperanzador que a veces parece el escenario.

“El rol social de las organizaciones medioambientales debe ser inherente a su naturaleza. Informar, educar, conocer y compartir de la mano de las comunidades civiles es crucial para el desarrollo de cualquier activismo”, menciona David Pardo, integrante de la ONG Defensa Ambiental. 

ONG Defensa Ambiental nace en 2016 en Concepción y hoy cuenta con un equipo transdisciplinario de jóvenes. Fotografía: ongdefensaambiental.cl.

Similar es el pensamiento de Paz Quevedo, activista originaria de Cabrero, quien confirma lo clave que es “ir a las poblaciones, a las comunidades marginadas y entregarles información, aunque no con la finalidad de que nos crean, sino de democratizarla”.

Mas cree, al mismo tiempo, que el ser humano debe aprovechar las herramientas que adquiere a temprana edad, aquello que se basa en los sentidos, es decir, “el poder observar, percibir, razonar, lo que está ocurriendo a nuestro alrededor”. 

“Podemos ver lo que está pasando, podemos ver una zona industrializada, la contaminación llegando a nuestras costas, a nuestros cerros o la intoxicación que pasa en nuestra comunidad”.

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