Danza en el Gran Concepción: Cultura del movimiento

La combinación de lenguajes del cuerpo al son de distintos ritmos es fundamental en la cultura del movimiento, demostrándose en la historia y relevancia que tiene la danza en el Gran Concepción.

Por Isis Fuentealba Quiñones

La historia de la danza en Chile data desde principios del siglo XVIII. Mientras la aristocracia se inundaba con estilos importados como el vals de salón, las clases populares, entre distintos compases, dieron paso al reconocido folclore nacional con sus particulares movimientos. (Memoria Chilena, s.f)

No fue hasta 1930 que, tras el desarrollo de Bellas Artes en el país y la visita de distintos exponentes internacionales como el Ballet de Kurt Jooss la Universidad de Chile creó el Ballet Nacional. Así, inició el largo camino de formación de bailarines e intérpretes y no sólo en danza clásica, sino también en el fenómeno de la danza moderna.

Tras dos décadas, se fundó el Ballet de Arte Moderno, nuevamente en la capital. El centralismo y elitismo artístico se sentía en el ambiente: las ansias de cultivar la danza con más libertad apareció sin frenos. La formación de agrupaciones en distintas regiones abrió el camino de la creación y experimentación de variados estilos en diferentes espacios y realidades.

Inicios de la danza en el Gran Concepción

A principios de 1983, el trabajo de difusión y descentralización tomaba cada vez más peso. Frente a ello, la exiliada política Joan Jara, junto a su hija Manuela Bunster y la actriz Cecilia Godoy, se pusieron en marcha. En un trabajo por mantener viva la cultura y memoria, la viuda del Cantautor Víctor Jara, fundó la Compañía de Danza Calaucán en Concepción.

Tres años después, Jara y Bunster retornaron a Santiago a fundar el reconocido Centro de Danza Espiral con Patricio Bunster. Ante ello, la destacada bailarina e intérprete Paola Aste quedó a cargo del proyecto en el Biobío hasta su cierre, por falta de financiamiento, 24 años después.

El tiempo pasó mas no fue un final definitivo. A mediados de 2008, un grupo de bailarines formados en Calaucán junto a su directora, emprendieron un nuevo proyecto, la compañía de danza «Calaukalis». A la fecha, continúan en circulación con sus obras, particularmente «Ay de mi Violeta» por distintos territorios del país. Además, mantienen una serie de alianzas colaborativas con distintos artistas escénicos de la región.

Aste, en una entrevista con TVU sobre su trayectoria, menciona que en el caso de la danza «Concepción siempre ha sido una cuna de muy buenos bailarines y bailarinas. El hecho de que hoy en día exista todo un movimiento de danza moderna, contemporánea, refleja toda la raíz histórica-artística de la ciudad». (Aste, 2013)

Cuna de artistas

Siguiendo la idea de mover el arte a todos los rincones de país, autodidactas y profesionales del área se han dedicado a la creación de una serie de centros artísticos educacionales. Uno de los «semilleros» más conocidos en el Biobío es la Academia de Danza Juanita Toro. Con más de 55 años de funcionamiento, forma parte de la red nacional de la Escuela de Ballet Municipal de Santiago. De acuerdo con su directora, Juanita Toro, el trabajo fuera de la capital es arduo pero enriquecedor, más cuando se forma parte de las raíces de los futuros exponentes.

Ahora bien, es clave dar cuenta de que no sólo academias entregan formación. En el Gran Concepción, es posible encontrar individualidades y agrupaciones en espacios públicos practicando diferentes estilos de danza. La creación de nuevos recintos como el Estudio de Danzas Barte Sembe o Black Dance Studio, marcan la pauta cultural por brindar convergencia de oportunidades.

¿Oportunidades?

La existencia de instalaciones adecuadas no sólo es un beneficio para nuevos estudiantes, sino también para las y los docentes. Resulta complejo no hablar de precarización de la danza cuando la cultura en general está en constante crisis. Frente a ello, el acto de resistencia manteniendo los principios de difusión y descentralización, son claves para su mantenimiento.

El establecer lazos y redes ha permitido que se avance agigantadamente en distintas materias. Crear alternativas para aprender, entrenar y enseñar, además de surgir, son parte de lo que llena la falta de formación académica dentro de la región (Contreras para Diario Concepción, 2019). Aunque existen exponentes locales con estudios «formales», no fueron adquiridos en la región -ni en el país-, por lo que, queda al debe esa arista del rubro localmente.

Top