Mapa nutricional Junaeb: qué es y cómo afecta a los niños

Durante la quincena de octubre se dieron a conocer los resultados del Mapa Nutricional Junaeb 2022, encuesta que permite evaluar el estado nutricional de los estudiantes de establecimientos estatales, en cinco cursos diferentes: pre kínder, kínder, primero básico, quinto básico y primero medio.

El Ministerio de Salud comenzó en 1985 a instaurar mediciones a niños que cursaban primero básico en los colegios financiados por el Estado. Esto, con el fin de proporcionar una mirada más detallada respecto a la salud de la población, para generar nuevas políticas públicas.

A día de hoy, este instrumento de medición es aplicado por los profesores de educación física de cada establecimiento. Para llevarla a cabo, se cuenta con datos específicos de los estudiantes, tales como edad, sexo, talla y peso. Estos factores posibilitan la determinación del índice de masa corporal, el cual permite clasificar a los niños en las categorías de desnutrición, bajo peso, normal, sobrepeso, obesidad y obesidad extrema.

¿Cómo es la evaluación en la práctica?

Raúl Toro, profesor de educación física en la escuela rural Monte Blanco de San Carlos, ha hecho esta evaluación un sinfín de veces. Estando a cargo de cursos de educación prebásica y básica, indica que su única objeción con el modelo actual, es que la medición se debería hacer con más cobertura, es decir, en todos los cursos.

“No es difícil, es una encuesta que llenan los papás y nosotros en la escuela los medimos y los pesamos, pero yo pienso que debería ser una pesquisa a todos los alumnos. Sobre todo en las escuelas rurales donde es más complejo que un niño pueda acceder a un doctor, al sistema de salud.” Raúl también apunta a la necesidad de las escuelas de contar con profesionales que sean de ayuda al momento de detectar casos perjudiciales para los niños, “para que ellos entreguen una visión más clara sobre los parámetros de las distintas enfermedades.”

A raíz de esto, y hablando desde una escuela rural, el docente hace énfasis en el apoyo de profesionales, considerando que no siempre se puede contar con los elementos necesarios para hacer las mediciones. Esta visión es apoyada también por el nutricionista Luis Veroitza, quien según su opinión, considera que la confiabilidad de la toma de mediciones no es la óptima.

“El personal que recopila esta información no siempre es el idóneo, así como la vestimenta del evaluado, el espacio donde se evalúa y los instrumentos de medición tampoco lo son, entre otras variables”, explicó.

Lo esencial viene desde el hogar

En cuanto a los hábitos alimenticios y de actividad física que los estudiantes presenten, el profesional explica que idealmente deben ser instaurados desde temprana edad, para evitar problemas de salud y mantener una futura población adulta sana.

Dicho esto, para tener una mirada de los programas de alimentación diseñados y aplicados por la Junaeb, se consultó la opinión de Gissella Díaz, madre de un pequeño que se encuentra en uno de los niveles evaluados por el mapa nutricional. Según lo que ella ha podido observar a lo largo de la educación de su hijo, los menús que se ofrecen a los niños son completos y cubren dos de las comidas diarias, lo cual, desde su rol de cuidadora, reconoce como apoyo considerable.

“Es de mucha ayuda ya que le dan desayuno y almuerzo. Las comidas son variadas durante la semana para que los niños tengan todo lo que necesitan en su alimentación… una comida completa con ensalada de verduras frescas y postre”, detalló.

Las comidas de JUNAEB buscan entregar un menú completo a niños y niñas. Créditos: JUNAEB.cl

Desde que supo que iba a ser madre, Gissella decidió brindarle a su hijo la mejor alimentación posible, procurando siempre informarse y seleccionar las compras del hogar con su nutrición en mente. Es por ello que, sin desmedro del considerable apoyo que encuentra en la Junaeb, cuenta que también puede reconocer cierto patrón en los niños y niñas con los que su retoño convive día a día, que no siempre se muestran deseosos de comer en sus recintos educativos.

“Lo que faltaría sería más educación para los padres, ya que la mayoría de los niños que no quieren comer en el colegio es porque no tienen muy buena costumbre de alimentación saludable en su casa”, afirmó al describir su experiencia, la cual se condice con la del profesor de educación física Raúl Toro.

El docente comenta que además de notar que los hábitos alimenticios vienen desde la casa, los padres suelen hacer vista gorda en caso de que su hijo presente algún problema. Estando a cargo de un niño con obesidad, Raúl contó “como anécdota, nosotros fuimos a Santiago un día en un viaje y este niñito, apenas se bajaba, la mamá le compraba papas fritas, de todo. Entonces yo encuentro que el problema parte por aceptar que el niño tiene obesidad.”

El profesor también detalló los procedimientos y decisiones que tomaron en su escuela para manejar esta situación con su estudiante. En primer lugar, tuvieron que reunirse como equipo para conversar con la apoderada del niño, quien al principio no se mostró abierta a la situación de su hijo. “Los apoderados a veces son un poco reacios, pero después ella aceptó, así que la derivamos a nutricionista y doctores”, comentó.

Respecto a esta decisión y el apoyo de profesionales de la salud, Raúl piensa que debería existir una mayor interacción entre ellos y las escuelas. Principalmente porque, aparte de la presencia ya existente, considera que la exposición a charlas sobre alimentación saludable aportaría valiosamente a la educación de apoderados y estudiantes.

Luis Veroitza, por su parte, confirmó la importancia de dicho factor, basándose tanto en su formación como experiencia en nutrición. “Estos hábitos, si bien se pueden trabajar en establecimientos educacionales, también deben desarrollarse en casa con los padres y ajustarse a sus tiempos, voluntad para aprender, recursos económicos, etc.” Para lograr esto, el profesional hace hincapié en la importancia de generar educaciones, lo cual es complicado por, en primer lugar,  “los recursos que disponga el estado para llegar a todas las familias (vulnerables) y dos, porque no todos están abiertos a aprender o no tienen el tiempo para recibir a los educadores”, explicó.

Según diversos profesionales la alimentación en el hogar es de vital importancia para mantener un estilo de vida saludable. Imagen de Freepik

Lo importante y de lo que nadie habla: ¿cómo afecta esto a los niños?

Según el paper “Imagen corporal y autoestima en niños según su estado nutricional y frecuencia de actividad física”, hecho por siete profesionales ligados al área de la salud, existe relación entre el estado físico de los niños, específicamente quienes padecen de obesidad, y su relación con el entorno, ya que “produce problemas derivados de la falta de aceptación social y baja autoestima, observándose cada vez en edades más tempranas.”

Es por esto que un factor fundamental que deriva de este mapa nutricional, es su incidencia en la autoestima de los alumnos evaluados, sobre todo teniendo en cuenta las edades en las que se ejecuta esta medición. Entre ellos, estudiantes de 10 a 11 años y de 14 y 15 años, que cursan quinto básico y primero medio respectivamente, que se encuentran en la pre y adolescencia, edad en que la apariencia y el físico comienzan a tener mayor relevancia, tanto en lo personal como en el ámbito social.

En este sentido, la psicóloga infantil Camila García, explica que si bien existe un protocolo, el respeto al momento de hacer la medición es crucial para la autoestima de los evaluados. “Hacer la toma de datos en condiciones desfavorables impactará negativamente en lo social. Por ejemplo, decir en voz alta la información está prohibido y si esto sucede, tendremos experiencias desagradables; vergüenza, comparación, comentarios en torno al cuerpo, que no están en concordancia con el respeto.”

Camila también explica que si el trato es acorde a la edad de los alumnos, los resultados respecto a la perspectiva personal del cuerpo pueden ser mucho más favorables. Es decir, si se explican los objetivos del mapa nutricional, participan activamente en el proceso y se les explica cómo esto afecta en su salud e incide en sus vidas, “los niños podrán ver esta evaluación como un aporte y no como una medición que encasilla sus cuerpos en gordos o flacos.”

La profesional mencionó que respecto a los niños y cursos menores, entre más pequeños se instauran ideas o límites, es más probable es que las continúen a medida que crezcan. En el peor de los casos, “tendremos una infancia que desde pequeños crecen con la idea de vergüenza del cuerpo, pensando que lo que sienten ante estos casos no es importante, porque se les invalida. Se molestan, se transgreden los límites, genera burla social, etcétera.”

Por último, Camila señala algo que es de gran importancia: mencionar el concepto de consentimiento, sobre todo en niños pequeños. “Que ellos digan si están de acuerdo o no, debido a que es su cuerpo el que se está midiendo.  Esto puede generar bastante incomodidad, y transgredir el límite corporal, afectando a la visión de uno mismo, a lo uno puede «aguantar», lo que uno puede encontrar, entre comillas, normal.”

“Leían en voz alta tu peso y altura”

Sin embargo, la mirada adultocentrista del tema tiene el mismo peso que la de un estudiante que fue evaluado para ser parte de la medición anual. Para acceder a esta perspectiva, un estudiante de primero medio aceptó participar en este reportaje y por razones de seguridad y privacidad, su nombre fue reemplazado por uno ficticio.

Fabián comentó que, si bien cursa primero medio, este año no fue evaluado como en ocasiones anteriores, sin saber por qué. Sin embargo, recuerda con suficiente claridad los detalles de dichas experiencias: las evaluaciones a las que fue sometido durante la educación básica tuvieron lugar en la sala de clases, junto a sus compañeros de curso. “A todos los hacían pasar adelante y leían en voz alta tu peso y altura”, describió. 

Este detalle llama la atención, puesto que coincide justamente con las prácticas que la psicóloga infantil Camila García identifica como posibles factores de riesgo para la autoestima de niños en formación.

Fabián no recuerda si esto causó algún conflicto entre sus compañeros, o entre alumnos y profesores, sin embargo, la anécdota fue lo suficientemente relevante como para que lo recuerde a día de hoy.

Y así como Fabián, que fue un mero testigo de esta situación, existen niños que podrían recordar estos eventos bajo una luz distinta y sufrir cada día por la percepción que tienen de sí mismos, desarrollando, según el paper ya mencionado, problemas sociales y aislamiento. La aparición de trastornos asociados a la imagen corporal, podrían generar “una preocupación obsesiva por la figura y distorsión de la auto imagen”, desembocando en problemas más graves durante la adultez.

La obesidad puede generar diversos problemas de salud adicionales. Imagen de Freepik

Por Isidora Muñoz y María Garrido.

Foto destacada por Fundación Iberoamericana de Nutrición.

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