Hacia la eliminación de la violencia contra la mujer: querer avanzar y obtener un nulo cambio EntrelíneasPor Isis Fuentealba - 25 noviembre, 2022 En un nuevo 25 de noviembre, conocido por dedicar la fecha a la erradicación de los delitos y ataques que enfrentan el género femenino, la realidad de las cifras desalentadoras son aún más agobiantes, sobre todo, en el plano internacional que suma situaciones de violaciones a los derechos humanos de las féminas. La perpetuación de la desigualdad histórica en un globo patriarcal, el cual continúa marcando a las personas identificadas como féminas como un ser más débil que el hombre, ha condicionado siglos de crímenes, ataques y violencia de género. Mientras en algunos países el seguimiento de la religión inválida parte de los derechos básicos de las mujeres, en otros, prima la carencia de normas y leyes que las protejan realmente. Conmemorar y movilizar La violencia contra las mujeres y niñas ha sido un tema preocupante transversalmente en el tiempo y a nivel global. Según datos de la ONU, a lo largo de 2021 cerca de 81 100 personas del género femenino fueron asesinadas alrededor del mundo, promediando más de cinco femicidios por hora durante los 365 días del año pasado. Por lo mismo, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció un día para visibilizar y sensibilizar al respecto, generando un impulso para plantear estrategias que disminuyan las cifras de agresiones cometidas hacia féminas y, finalmente, las erradiquen. La decisión de destinar el 25 de noviembre para concientizar en esta materia fue en conmemoración de las hermanas Mirabal en 1960, quienes fueron brutalmente asesinadas por ser mujeres y activistas en República Dominicana durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Aunque la fecha adquirió la categoría de “día internacional” en 1999, en Latinoamérica desde 1981 se recuerda la muerte de Minerva, Patria y María Teresa como símbolo de la lucha contra la violencia machista. Actualmente, la jornada moviliza y convoca a personas del género femenino y colectivos feministas a manifestarse públicamente para denunciar los diversos crímenes que tienen que enfrentar. “Las hermanas Mirabal fueron mártires de violencia hace más de 50 años. Aunque esto parezca lejano, sin ir más allá, durante el estallido social miles de mujeres en nuestro país fueron víctimas de lo mismo, al igual que otras millones que a lo largo de Chile y el mundo la sufren incluso dentro de sus mismos hogares”, dice Camila Águila, estudiante de Derecho de la Universidad de Chile, feminista y miembro de ElHecho Constituyente. ¿Eliminar la violencia global? De acuerdo con el nuevo reporte de UNODC y ONU Mujeres, publicado en vísperas de la conmemoración del 25 de noviembre de este año, a lo menos, una de cada tres personas del género femenino en el mundo ha experimentado alguna forma de violencia. El informe revela que los crímenes y agresiones machistas se encuentran estancados a nivel global, ya que las cifras de femicidios, comparada con las de hace una década, se han mantenido en gran medida sin cambios. Sin embargo, el estudio señala que existen diferencias entre las regiones del mundo. Durante 2021, la zona donde más se registraron homicidios por motivos de género en la esfera privada fue en Asia, no obstante, donde más peligraron las mujeres y niñas de ser asesinadas por sus parejas íntimas u otros miembros de la familia fue en África. En el caso de Europa, entre 2010 y 2021 el número de femicidios en el ámbito doméstico se redujo en un 19 %, mientras que en América se apuntó un incremento del 6 %. En cuanto a Latinoamérica, de acuerdo con los últimos datos informados por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, entre 2019 y 2021, de los dieciocho países de la región, diez mantuvieron sus tasas de femicidio igual o superior a 1 caso por cada 100 000 mujeres. Ahora bien, el femicidio es solo una forma de violencia, por ejemplo, la desigualdad y la discriminación son otras manifestaciones que también se encuentran en cifras preocupantes. Según informa el mismo estudio mencionado, alrededor de 2 de cada 3 mujeres han sido víctimas de agresiones por razones de género en distintos ámbitos de su vida. Respecto a esto, la terapeuta ocupacional e integrante de Amaranta ONG Sofía Flores Villagrán señala que “si bien con el paso del tiempo se han constituido y movilizado más instituciones en torno a la visibilización y sensibilización de la prevención y erradicación de la violencia hacia la mujer, está más que disminuir se ha transformado. Con esto quiero decir que han ido cambiando los distintos tipos de crímenes y agresiones, en particular, la física por otras más simbólicas o estructurales. Incluso ahora hay otros contextos de ataques que quizás antes no se reconocían como tal, por ejemplo, el ámbito digital”. Recorrido internacional Las leyes en Qatar no permiten que una mujer viva sin tutela masculina, por lo que, desde su nacimiento a su muerte, viven con un largo listado de restricciones. CC: Getty Images. La cuna del machismo no tiene una ubicación fija. En Barranquilla, desde enero a octubre, las denuncias por violencia de género están por sobre las treinta mil. En Qatar, país que está en boca de todos por ser el centro de la Copa Mundial, no ha quedado exento de críticas en materias de derechos humanos. Respecto al vigente escenario del fútbol, la situación que deben enfrentar cotidianamente las mujeres llega a parecer irreal; de acuerdo con BBC Mundo y El País, durante 2020, Paola Schietekat, periodista mexicana residente en el país, fue abusada por un ciudadano. Entre cuestionamientos, decidió denunciar y, para su sorpresa, resultó castigada con cien latigazos y siete años de prisión por “sexo extramarital”, siendo, el casamiento con el agresor, la única vía para no ir a la cárcel ni recibir el ataque físico. La situación se elevó al consulado y la unidad de Relaciones Exteriores, quien influyó en el cierre del proceso penal, sacando a Schietekat del territorio islámico, mientras el abusador continuó viviendo en tranquila libertad. Cuando todo podría seguir la senda del progreso en la sociedad, los cambios en materia de género parecen retroceder. Por un lado, países como Argentina conmemoran un año de la ley que permite la finalización de la gestación voluntaria hasta las 14 semanas, la desigualdad dentro del sistema de salud y económico, han vuelto un desafío el proceso. Contrariamente, al otro lado del continente, el caso de Estados Unidos y la derogación de una sentencia vigente desde 1973, marcó duros límites para la libertad de las mujeres del territorio. Con una decisión efectuada por el conservadurismo de la Corte Suprema, a nivel federal se dejó de garantizar la interrupción voluntaria del embarazo, generando un inmenso retroceso en asuntos de derechos sexuales y reproductivos de las personas del género femenino. La nueva criminalización del aborto, no solo queda en eso, sino también en el seguimiento de las aplicaciones relacionadas con el período como una herramienta válida de investigación y persecución a quienes, por diferentes motivos, no desean la maternidad obligatoria. Realidad chilena Pese a que los escenarios machistas y misóginos de algunos países suenan lejanos al caso de Chile, el país no se escapa a esta realidad. De acuerdo con el medio digital Ciper, en 2019 se registraron 46 feminicidios, en 2020 fueron 43 y en 2021, 48. En lo que respecta al presente año, hasta ahora, han sido 37 asesinatos consumados. Asimismo, la última Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamiliar y en Otros Espacios arrojó que un 41 % de personas del género femenino entre 15 y 65 años dijeron haber sufrido algún tipo de agresión (física, psicológica o sexual) durante su vida. Además, otra categoría importante de atropello es la económica, según datos del INE, las cifras son alentadoras, ya que la brecha salarial disminuyó siete puntos entre el 2017 y 2020, quedando en un 20,4 %. En 2020, dentro de los principales datos de un estudio efectuado por la Subsecretaría de Prevención del Delito, se reveló que la violencia contra la mujer tiene mayor prevalencia en el rango etario de 19 a 25 años. CC: SERNAMEG. En materias legales, Chile ha avanzado en la tramitación de diversas legislaciones que buscan erradicar y visibilizar cualquier tipo de violencia contra la mujer, en pos de la igualdad de género. En este sentido, actualmente se encuentra procesando un proyecto que garantizará el derecho de las féminas a una vida libre de violencia, procurando su defensa. Además, en el caso de la Ley Antonia solo falta su promulgación, la que introduce como delito la inducción al suicidio femicida y ofrece mejores resguardos para las víctimas de crímenes sexuales. También, este año entraron en vigencia estatutos referentes al pago efectivo de las deudas por pensiones de alimentos, contra el acoso sexual en el ámbito académico y el monitoreo telemático para los casos de agresión intrafamiliar. Evidentemente, la existencia de leyes que amparen a víctimas de violencia no es sinónimo de hacer los procesos de querellar sean más fáciles. Al respecto, Camila Águila dice que “cuesta que una mujer se atreva a denunciar y se sienta segura al hacerlo, porque no es ningún secreto que, sobre todo, en cuanto a las policías, es difícil que se respeten y sigan los protocolos, ocasionando que muchas veces al declarar, esa persona se siente vulnerable y revictimizada. Luego de eso, a nivel judicial, creo que deben seguir los esfuerzos por lograr que juzgar con perspectiva de género no sea la excepción, que este paradigma permee todas las etapas del proceso”. En este aspecto, la eliminación de las agresiones y delitos hacia las personas del género femenino requiere de más. “Lamentablemente, nosotras como personas individuales no podemos erradicar la violencia porque es un problema colectivo-social. Incluso cuando podemos tener las herramientas, las plataformas comunicacionalmente o saber de manera teórica estos conceptos, es necesario desplegarnos por el territorio y hacer visibles que las organizaciones están a la disposición de las personas”, afirma Daniela Sáez, kinesióloga e integrante de Rebeldes Biobío. Educar contra la violencia La naturalización de la agresión y su ejercicio en contra de las féminas ha mermado los sitios, demostrando la disparidad que existe en el diario vivir. Para la psicóloga feminista Claudia de los Campos, el posicionamiento de la persona del género femenino como un ser inferior en lo cotidiano llega a inhabilitar la presencia en el espacio íntimo, público y privado. “La violencia que se ha ejercido a las mujeres por toda la sociedad, el Estado y todo el sistema, es sumamente grave porque se normaliza desde el nacimiento cuando se hace entender que las cosas son así y no pueden cambiar”, señaló, refiriéndose a la educación que se entrega dentro de los hogares, familias e instituciones. Cada 21 de junio, se conmemora el Día Internacional de la educación no sexista para recordar la importancia de la coeducación por una sociedad justa, inclusiva e igualitaria. CC: Aton Chile. En medio del camino para la erradicación de la agresión, es fundamental avanzar en el cambio de la estructura social y la “eliminación de las urbes violentas”, sintetiza Claudia. “La falta de problematización de las situaciones en las cuales recibimos violencia física, psicológica y simbólica sigue siendo insuficiente”, por lo mismo, el trabajo en el área educacional es clave para generar cambios en el futuro. Ante ello, conversamos con Cristian Delgado, profesor de lenguaje y filosofía que lleva años ejerciendo en la enseñanza media. Según Delgado, si bien el Ministerio de Educación plantea contenidos relacionados a la supresión de los atropellos, las indicaciones están “abocadas a un trabajo poco contextualizado, ya que, no se puede implementar una normativa nacional si todas las realidades son tremendamente distintas”. Dentro de las clases de orientación, indica, “la mayoría de las veces denota el poco manejo del tema por las mismas orientadoras, quienes, además no dan abasto con sus casos de atención”, entonces, avanzar en materias de género es complejo con la burocracia de los organismos. Pese a lo anterior, realza el cambio que, especialmente desde estudiantes, se ha dado. “Hoy en día, se ha establecido una cultura de cancelación de estas limitaciones, y se ha logrado equilibrar un poco esa brecha. No podría decir que en un 100 %, pero sí se denota un cambio significativo, donde puede existir diversidad y se implantan autorregulaciones porque el espacio ha establecido criterios de aceptación”, sentenció. Por Soraya Coñuecar e Isis Fuentealba