Artistas y no ejemplos: La idealización de los artistas musicales

Finaliza el año y en el top de las plataformas de streaming el género urbano figura como el estilo musical más escuchado. Sus ritmos joviales y de fiesta han movilizado a generaciones completas al ritmo del reguetón, el mambo y el trap. Así, exponentes como Cris Mj y Marcianeke se posicionan en Chile y Latinoamérica como los artistas más escuchados. Sin embargo, no solo el ritmo los ha consagrado en el lugar que ocupan, sino que sus letras sobre sexo, droga y en algunos casos crimen de manera explícita, parecen también encantar a los oyentes.

Marcianeke prendiendo un cigarrillo presumiblemente de marihuana.
Imagen: Instagram.com/marcianeke

En el año 2021, justo en medio de la pandemia del COVID-19, Matías Muñoz Muñoz, conocido popularmente como Marcianeke, vivió polémica tras polémica luego de haber sido visto, registrado y viralizado en varias ocasiones, en un preocupante estado producto de un claro consumo de drogas. Hoy, a un año de aquellos registros, ha confesado lo duro que ha sido el proceso de superación de la adicción a la droga tussi y cómo ha tenido que reemplazar el polvo rosa, por sustancias más suaves y menos dañinas como la marihuana.  
Marcianeke es un ejemplo trillado, sin embargo, el joven artista se ha convertido en un ícono de los excesos, el gusto por los lujos y el desenfreno. En consecuencia, generaciones más adultas han buscado censurar el contenido musical del autor de “Dimelo má” y otros artistas similares, por su constante apología al uso de drogas y armas. Incluso un proyecto de ley fue presentado en el 2021 para intentar frenar el consumo de Narcocantantes, como los han definido, al interior de los colegios.

Ahora bien, ¿la música urbana invita al oyente a consumir drogas? No explícitamente, pero sí normaliza su consumo. La psicóloga Carolina Jiménez cree que “no es la música la que condicione el actuar, sino que influye en su estado de ánimo. Esto hace que el oyente lo perciba como agradable o desagradable y eso genera desregulación conductual, búsqueda de estímulos inmediatos para un placer inmediato”.


“Sin embargo, no es la música directamente la que te afecta, menos en el consumo de drogas. Existe gente que consume drogas y escucha Mozart. Considero que es estigmatizar un sector por una tendencia musical, generalizar y encasillar. No todos los drogadictos son reguetoneros”.

Carolina Jiménez, psicóloga.

Pese a que varios cantantes urbanos se han defendido ante la censura, asegurando que son solo cantantes y no un modelo a seguir, otros también populares como Polimá Westcoast y Pablo Chill-e han reconocido una responsabilidad social con las generaciones adolescentes que los escuchan, queriendo guiarlos a tener lujos a través de la música y no empuñando un arma. La pregunta es ¿debería ser el artista un modelo de persona ideal?

El mensaje político en las artes musicales

El género urbano, al tener su origen en la marginalidad y en la mayoría de los casos ser interpretado por artistas provenientes de sectores periféricos y vulnerables, en general narran experiencias de pobreza y lo asociado a ello. Por eso no es extraño escuchar canciones que relatan la falta de oportunidades y la búsqueda de ellas en la ilegalidad. Con ello el crimen y el poderío económico tomado por la fuerza, altas cantidades de alcohol, drogas y lujos en medio de un barrio en donde la situación económica promedio, no alcanza. No al menos en la formalidad.

Artistas urbanos detenidos por la PDI por porte de armas en videoclip.
Imagen: tvn.cl.

Eduardo Gutiérrez, coautor del libro “Códigos que conocemos: Los discos que cambiaron la música penquista”, aporta parte de su visión acerca de los prejuicios con el estilo musical: “El género urbano es algo relativamente nuevo para parte importante de la sociedad, pese a tener cerca de 20 años ya, por ende hay mucho prejuicio y desconocimiento al respecto. Ahí hay una primera connotación negativa”. 

Esta “crítica” al sistema que no deja tener al pobre lo mismo que al rico, del conflicto con las policías y los valores conservadores, en donde la ostento de lujos es la manera de incomodar, tiene sus análogos en otras épocas y estilos musicales. 

El desenfreno de la generación hippie en la década de los sesenta y setenta, que incomodaba a grupos conservadores con cabellos largos, ropas coloridas y en muchos casos cuerpos desnudos, reconocía el uso de drogas alucinógenas incluso como propósito creativo, tal cual sucede al sol de hoy con nuevos estilos musicales

Nikki Sixx y Tommy Lee bebiendo y usando drogas.
Imagen: Archivo Grit N Glory.

El rock n’ roll en los ochenta y noventa cobró la vida de varios artistas a consecuencia del abuso de drogas, como es el caso del mítico bajista de la banda Mötley Crew, Nikki Sixx, quien fue declarado muerto por una sobredosis de heroína en 1987. Tras cinco minutos muerto, Sixx fue reanimado con dos dosis de adrenalina inyectada en el corazón. Así, Kurt Cobain, Michael Jackson, Whitney Houston y Amy Winehouse, entre tantos otros, se hicieron íconos como artistas que han muerto a causa de las drogas. 

La crítica al sistema y las ansias de querer romper las reglas son una constante registrada en buena parte de las generaciones, en distintos puntos del mundo y en distintas formas. Apologías explícitas a las drogas, consumo desmedido, violencia y crimen, en múltiples géneros musicales. Afirmar que el trap o el reguetón ha sido un daño para las generaciones adolescentes y jóvenes, a diferencia de otros estilos, es un reduccionismo y un error. 


«Las letras de los artistas que están pegaos (sic), no deben servir de ejemplo a las generaciones nuevas, porque son letras malas. Pero sí debe ser un ejemplo la constancia y la superación que tienen los artistas para que sus letras sean escuchadas».

Búho 42, artista urbano.

La música cantada, por lo demás, entrega un mensaje claro. Puede estar escondido entre metáforas o sencillamente en frases literales. Es una manera de replicar un discurso a través de las masas, pues al tener hits populares, masas de gente repiten de memoria las canciones de un autor. Entonces el mensaje, intencionada o no intencionadamente político, existe y en el caso de un buen número de artistas urbanos, es el desenfreno y la rebeldía por medio de la recreación sin límites, ni cuidados y con el referente de un pandillero como dueño de la calle, tal cual sucede en Norteamérica con la imagen del gangster

“Lo segundo tiene que ver con lo que el género muestra, que es un poco lo que desde el poder se intenta ocultar. El género urbano intenta poner en boga la temática de la calle en los barrios populares, en una parte de la sociedad que está dejada de lado” agrega Eduardo Gutiérrez.

¿Debiera ser el artista un modelo positivo a seguir?

Cada vez que algo importante ocurre en el país, las personas esperan que sus artistas se pronuncien al respecto. Siempre con una idea preconcebida de lo que supone es correcto o cercano a la visión propia. La idealización de los artistas es indispensable para convertirlos en ídolos. Sin embargo, cuando no se cumple con la expectativa que se tiene con el ídolo, por más mínima que en ocasiones parezca, tiende a caer del cielo a la tierra. Se polemiza al respecto y se cuestiona más allá del arte que se hace.

La existencia o no de la “cultura de la cancelación” no es la cuestión, pero la cantante urbana Paloma Mami, por ejemplo, es una artista que sufrió el castigo de su público por publicar su postura tardíamente, tras el estallido social en el 2019. Así, por diferentes motivos que resultan ser más o menos graves que otros. Hacer cargo a los artistas de dilemas éticos, sociales, valóricos, etc., es muy complejo y, sin duda, de los conflictos más polémicos del arte: Separar la obra del artista. 

Buscar reconocerse en un artista queriendo que este, sea como se idealiza. Buscar reconocerse en un artista que canta, como un profesor que enseña o un médico que cura. Pero, ¿en lo valórico incluso? ¿Por qué buscar reconocerse en el artista que hace música? ¿Por qué debe ser el cantante un ejemplo de ciudadano de bien? ¿Cuál es la responsabilidad real del que trabaja en el arte?

Juan Sin Tierra, cantautor y activista.
Imagen: Cortesía Juan Sin Tierra.

El cantautor curanilahuino Juan Sin Tierra, plasma en la generalidad de sus canciones contenido político y de reivindicación histórica de ciertos grupos marginados en la sociedad, como los mineros del carbón, el campesinado de la cordillera de Nahuelbuta y los sectores afectados por la expansión del extractivismo forestal. La responsabilidad que asume es clara, su perfil lo confirma, ¿qué piensa sobre la responsabilidad de los artistas en general?

“La responsabilidad de los artistas parte desde una base de empatía social, son distintos los potenciales impactos que puede tener un artista. Debe considerarse esa responsabilidad al momento de la creación, de la interpretación y la puesta en escena, la capacidad de influir en la realidad colectiva de cierto territorio o grupo”. 

Juan Sin Tierra, cantautor.

En el caso particular de los artistas urbanos mencionados al principio del reportaje, es que un buen número de sus seguidores son niños y adolescentes, lo grave del asunto es explicado por la socióloga Camila Pardo, puesto que “debido al éxito que tienen los artistas, los niños y adolescentes que vienen de un sector socioeconómico igual o similar, efectivamente ven a cantantes como Pailita y Marcianeke como un ejemplo de superación”.

Finalmente, separar la obra del autor de ella, es un consenso imposible de alcanzar. No en los tiempos que corren al menos.  Es complejo, pues, la obra sigue existiendo pese al cotidiano del artista que la ha creado, y el artista sigue creando pese a los cuestionamientos por su obra o su actuar cotidiano. Aun así, Juan Sin Tierra insiste en la responsabilidad que debe tener el artista como personaje público:

“No es que se pueda o no se pueda separar la obra del artista, sino que inevitablemente, con la forma en la que se construye la opinión pública, es muy difícil que se separen la una de la otra. Entonces, cuando el artista asume la responsabilidad de crear, también debe tener conciencia de que la acción cotidiana se puede transformar en noticia y ser juzgada o imitada por distintos sectores de la sociedad. Ahí está la responsabilidad en el actuar cotidiano de ese ser creador de arte”.

Con todo lo anteriormente escrito, está claro lo complejo que es separar al artista de su obra, idealizar a los artistas musicales y además considerarlos referentes. Pero, por el contrario, toda la información dada, funciona para cuestionar personalmente hasta qué punto nuestros artistas favoritos son un buen referente más allá de lo musical y con qué cosas buenas y malas podemos lidiar en cada caso particular. Poner especial atención en los contenidos que los niños y adolescentes de los círculos cercanos a cada uno consumen y proponer otro tipo de contenidos, tal vez más constructivos, debe ser el objetivo para convivir con contenidos que, a ojos de algunos, no es apropiado. 

Por: Nicolás S. Antileo

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