Tarjeta minera: una medida reparatoria ante el abandono en la zona del carbón

Hace unos días la Fundación Procultura, organismo a cargo de la administración del Parque Isidora Cousiño de Lota, anunció la creación de una tarjeta que permite el ingreso de extrabajadores mineros, y su grupo familiar, gratuitamente al reconocido jardín botánico.

La Fundación Procultura lleva tiempo en la administración del famoso e histórico circuito turístico en Lota. Esta medida va en beneficio de los extrabajadores de la Empresa Nacional del Carbón (ENACAR) y permite el ingreso gratuito al parque para ellos y 10 familiares directos. 

La creación de esta tarjeta fue anunciada en el marco del día del minero, una celebración que tiene lugar en el Parque Cousiño y se conmemora en distintas fechas según el sector, pero particularmente en Lota es festejado durante la tercera semana de diciembre.

La determinación de la administradora del parque nace bajo el argumento de “no hacer negocio” con la familia minera que quiere acceder al lugar, entendiendo que muchas de ellas vivieron de aquello y experimentaron el dolor del cierre de la empresa el 17 de abril de 1997. Una bonita medida que contenta a los mineros y familiares que además intenta ser replicada por otras comunas: “Tenemos la intención de poder gestar la extensión del beneficio a los mineros de Curanilahue”, señala el encargado de la oficina de cultura de la Municipalidad de Curanilahue, Sebastián Paredes. 

Acto oficial de lanzamiento de la tarjeta minera en el Parque de Lota.
Fotografía Cortesía de ProCultura.

Así lo reafirma Alberto Larraín, director de la Fundación ProCultura: “Nosotros hicimos una propuesta a Corfo para poder abrir este beneficio, no solamente para los vecinos y vecinas de Lota, sino a todos los trabajadores de la Cuenca del Carbón, en el contexto de un proceso de término de una actividad productiva donde ha habido una serie de heridas y dolores y creemos que la incorporación del parque y el patrimonio puede ser un buen vínculo y alianza”.

Para obtener esta tarjeta solo se requiere el número de ficha del trabajador, para acreditar que fue integrante de la empresa, de esta manera, es viable que pudiera ampliarse el beneficio al resto de la cuenca del carbón. Juan Torres, gestor patrimonial y encargado de la unidad de patrimonio del Centro Cultural Comunitario y Monumento histórico “Pabellón 83”, ve positivamente la entrega de esta tarjeta, pues, “acerca a la comunidad minera de Lota a un espacio del que se sintieron ajenos durante mucho tiempo, pese a que ese patrimonio es suyo”. 

Luis Sandoval es un extrabajador de la ENACAR y actualmente se dedica al rubro del turismo patrimonial en Lota, al preguntarle sobre la creación de esta tarjeta, respondió: “Creo que es un buen beneficio, porque era un anhelo que la familia minera pudiera disfrutar de lo que sus ancestros crearon. El parque es un buen espacio para recrearse, sobre todo después de la pandemia”.

Por otra parte, Pascual Vera, integrante de ENACAR por solo unos meses (puesto a que meses después de su integración en la mina en Coronel, Carbonífera Schwager fue adquirida por la empresa Vapores), lamenta no ser beneficiario de la tarjeta, pese a “haber dedicado gran parte de su historia al trabajo del carbón”. Además, cree que el beneficio debería ser justo para todos los trabajadores del carbón, desde el puerto de Talcahuano hasta las minas de Lebu.

Valor histórico lotino

Minas de Carbón en Lota. En la imagen se puede apreciar las inmediaciones del “Pique Alberto”.
Imagen de Archivo: A. Orrego (geovirtual2.cl).

En la ciudad de Lota se remonta el inicio de la extracción del carbón hacia el año 1840, pero no fue sino hasta 1852 cuando el joven empresario Matías Cousiño gestó la creación de la Compañía Carbonífera e Industrial de Lota. Una historia marcada por la migración de campesinos y mapuche a la zona para trabajar en las minas de Cousiño y la explotación laboral de cientos y miles de mineros.

Ya en el siglo XX, tras su estatización en 1970 y una larga agonía sostenida desde la década del sesenta en su momento más álgido, el Estado de Chile decidió ponerle fin definitivamente al trabajo de los yacimientos carboníferos de Lota en abril de 1997. Tras los intentos fallidos de reconversión laboral y productiva, Lota y el resto de ciudades dedicadas a la minería en la cuenca se volcaron a la pobreza, el desempleo y la marginación

Fuera de eso, Lota es uno de los pilares más fuertes en términos patrimoniales en toda la antigua zona del carbón. Al menos en comparación al resto de las comunas dedicadas a la extracción del mineral como Curanilahue, Coronel, Lebu y Los Álamos, en donde a la fecha hay una escasa cantidad de lugares de valor patrimonial y, las que aún se conservan, se encuentran en un lamentable estado de abandono, en su mayoría.

Esta imagen se registra el sector de Lota Bajo cerca del año 1950, con construcciones de estilo colonial y el característico puerto de Lota.
Imagen de Archivo: Memoria Chilena.

La excapital carbonífera alberga numerosos edificios conocidos como “pabellones” en donde las familias mineras vivían, además de eso, antiquísimas infraestructuras como catedrales y edificios relativos al trabajo del carbón. El Parque Isidora Cousiño o Parque de Lota, como también es conocido, tiene parte de las edificaciones usadas por la empresa donde se extrajo carbón por más de un siglo. Todas en constante restauración y mantenimiento con accesos para que la comunidad de Lota y turistas visitantes conozcan la vida de los “carboníferos”. 
Sin embargo, y como es usual, otra buena parte del patrimonio en Lota se encuentra abandonado y en ruinas. Incluso, hay un sector que se le conoce popularmente por ese nombre: “las ruinas de Chambeque”. Además, oficinas de ENACAR y antiguos piques donde se extraía el mineral negro desde el fondo de la tierra, entre otros. Asimismo, en otros lugares de Chile ha sucedido similar a lo ocurrido en Lota y el resto de la Cuenca del Carbón, como las Oficinas Salitreras de Humberstone, o también en la región del Biobío en la Fábrica de Paños Bellavista en Tomé. Una triste historia que narra la desatención de las instalaciones que dieron sustento a las ciudades, una vez que se acaba la actividad productiva.

Parque Isidora Cousiño de Lota

El espacio en cuestión data de mediados del 1800, cuando William O’Reilly y Mr. Bartlett (de quién hasta la fecha se desconoce su nombre), lo diseñaron. Este fue un regalo de Luis Cousiño a su esposa, Isidora Goyenechea, una de las empresarias más acaudaladas de la época a nivel mundial tras la muerte de Cousiño.

Ingreso al Parque Isidora Cousiño de Lota.
Fotografía: Consejo de Monumentos Nacionales de Chile.

En las 14 hectáreas que comprenden la extensión del lugar se distribuyen 57 esculturas de origen francés hechas de fierro fundido y más de 80 especies de árboles con orígenes de todo el mundo. Esto lo hace ser uno de los jardines botánicos más importantes e icónicos de la exoctava región

Un paisaje maravilloso con estilo francés, uno de los tres que se registran en Chile. Al mismo tiempo, su origen ha sido cuestionado por lo que su historia implica: un hermoso palacio regalado de un empresario a su esposa, con los recursos que generaban hombres y niños explotados que no recibían una paga.

Hacerse cargo

La tarjeta minera es una suerte de reconocimiento al trabajo de los mineros de ENACAR, sin embargo, parece extraño que hombres y mujeres deban pagar para ver la historia de la que fueron protagonistas. Una medida de gran valor, que viene a recuperar un lazo tras “el quiebre de la relación entre la anterior administración del circuito y la comunidad de Lota, lo que empezamos a construir de nuevo con Corfo la idea de que el parque es de la comunidad y no se puede hacer negocio a partir de la familia minera” declara Alberto Larrain, director ejecutivo de la Fundación ProCultura.

Tradicional cuadro folclórico minero presentado en el marco del lanzamiento oficial de la tarjeta minera en el Parque de Lota.
Fotografía cortesía de ProCultura.

“Con un evento de estas características, lo que hacen es poner en valor a la familia minera, lo que permiten que este patrimonio cultural se valide en aquellas personas que permiten que esto sea realidad”.

Roberta Lama, directora Corfo.

Después de todo, este noble beneficio entregado por ProCultura es sin duda un incentivo al aprecio, puesta en valor, cuidado y promoción de un patrimonio escondido bajo el negro carboncillo de las minas que, a medida pasa el tiempo, nuevas y nuevas generaciones olvidan de su relevancia para la historia.

Por: Nicolás S. Antileo

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