El impacto psicológico del ciclón en Biobío: más allá del clima

Mujer mira por la ventana triste, mientras llueve.

La llegada del sistema frontal a nivel regional no solo trajo consigo lluvias y vientos fuertes, sino también un aumento en la ansiedad y el estrés entre sus habitantes. La cobertura mediática y la comunicación de las autoridades han jugado un papel crucial en este fenómeno. ¿Contaban estas informaciones con un enfoque de salud mental?

“Si es que no hay necesidad de moverse, evítelo”. Esa fue la frase de la delegada presidencial regional, Daniela Dresdner, en el punto de prensa previo al inicio del ciclón extratropical en Biobío. Se pronosticaron precipitaciones diarias que superarían los 40 milímetros. Desde el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta Ante Desastres (SENAPRED), declararon alerta preventiva días antes del paso de este fenómeno meteorológico, dando a entender que, de alguna u otra manera, el ciclón azotaría Concepción y sus alrededores. Sólo esta frase bastó.

Filas en los supermercados hasta la última estantería del pasillo, pilas y linternas agotadas. El papel higiénico en rollo de 50 metros se apretujaba entre los carros de supermercado. Ese fue el resultado del anuncio. Se sumó una cobertura completa de parte de los medios de comunicación, que acompañó a los residentes de Biobío desde el desayuno hasta la cena. El ciclón fue el protagonista de todas las conversaciones y también sus posibles consecuencias.

La salud mental como punto de referencia

De acuerdo con el último Termómetro de la Salud Mental en Chile realizado por la Universidad Católica y la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), para diciembre de 2023, un 17,1 % de los encuestados mostró sospechas o presencia de problemas de salud mental. En cuanto a la depresión, un 13,1 % de la muestra tenía síntomas moderados o severos de depresión. Los síntomas de ansiedad generalizada estaban presentes en un 24,8 % de los encuestados, siendo el líder de las razones una preocupación excesiva.

Este tanteo es uno de muchos a nivel nacional. Pero… ¿deberían considerarse estos aspectos al momento de informar acerca de las alertas preventivas en los medios de comunicación? La psicóloga humanista, Nicole Gañan, afirma que la recepción tiene mucho que ver con la forma de comunicar: “Creo fuertemente que los medios de comunicación están acostumbrados a tener a la gente entre catástrofes y problemas, por lo que apagar la tele o el celular también ayuda a mejorar el sentimiento de angustia constante”.

Foto cedida por Victoria Sáez. De acuerdo con CNN Chile, el actual sistema frontal ha dejado más de 10 mil damnificados.

“El impacto psicológico, en conjunto con el encierro y el constante bombardeo de información, así como la llegada de tormentas o ciclones, causa estrés o ansiedad”, explicó Gañan. La psicóloga hizo hincapié en que existen diversos estudios que demuestran que nuestro estado de ánimo mejora o empeora con el clima, y que “las personas tienden a ser más sedentarias”, en estas épocas.  Además, que “el propio sentido de inseguridad en nuestro país hace que las personas estén más atentas”, por lo tanto, son más propensas a experimentar un problema de salud mental.

Cielo de Arellano estudia magíster en Física en la Universidad de Concepción y reconoce abiertamente que detesta la lluvia. Cuando se enteró de la llegada del ciclón, experimentó un “bajón” emocional, pues sabía que las lluvias harían más difícil el llevar a cabo sus rutinas: “La primera semana de junio falté a la universidad, cosa que nunca hago. Dormí todo el día, todos los días. De no ser porque tengo trabajo o alguna que otra reunión presencial, no me daría el ‘cuero’ para salir de la casa”.

Cuenta además que este clima le provoca sueño y no ha tenido ánimos de levantarse de la cama. De Arellano reveló que su mayor estrategia para evitar pensar en ello es enfocarse en sus responsabilidades académicas o hacer ejercicio: “Es lo que me ha mantenido a flote. Ir a trabajar en alguna tarea a la universidad me saca del estado vegetativo, aunque sea por el día”. Al consultar a la estudiante de postgrado acerca del impacto de estos eventos en la salud mental, indica que la mezcla de lluvia y vientos fuertes “intensifica la desmotivación de realizar las actividades del día a día”.

Otra persona que no lo ha pasado tan bien con las lluvias es Natalia Rojas, estudiante de Administración Pública y Ciencias Políticas. Debido a las condiciones climáticas, su departamento se ha inundado en varias oportunidades: “Me preocupo bastante, ya que al ser más tiempo (el ciclón), estaré más días con el departamento inundado. Me pone ansiosa, porque no me puedo concentrar para los certámenes finales de la universidad”.

“Ver constante información al respecto puede aumentar los niveles de preocupación”, recalcó Rojas. Ha tenido que tomar medidas ante una posible inundación de su vivienda, adelantando trabajos mientras está en la universidad, “así cuando llegue, sólo veo el tema del agua y no tengo que preocuparme por el estudio después”. Natalia Rojas reconoce de igual forma que la reacción ante estos eventos depende de cada persona: “Puede aumentar el estrés, angustia o impotencia ante no poder hacer algo al respecto o mejorar las condiciones que le causan la preocupación”.

El fantasma del sistema frontal en Biobío

Créditos: Victoria Sáez. Victoria Sáez y su hija pondrán en venta su hogar porque los malos recuerdos no les permiten regresar.

El frío, la lluvia y los intensos vientos le traen a Victoria Sáez pésimos recuerdos. Es diseñadora de interiores y el año pasado vivió uno de los eventos más traumáticos de su vida junto a su hija: la inundación de su hogar en dos oportunidades. Se despierta en las noches por el sonido de la lluvia y siente miedo. En aquella ocasión, cuenta que perdieron “todos los enseres y el auto arrancando del agua por la apertura de compuertas de la central hidroeléctrica. No hubo aviso, salimos porque los vecinos nos insistieron. Me agarró el aluvión y nos arrastró el agua”.

Sáez relató que fueron los vecinos quienes la rescataron a ella y a su hija. No hubo alarma alguna de las autoridades que les advirtiera de lo que se estaba viviendo en su sector, ubicado en Quilleco, provincia del Biobío. El fantasma de la lluvia las persigue hasta hoy: “Mi hija está con estrés postraumático, yo estoy en terapia desde las inundaciones del año pasado”. Victoria Sáez es clara en indicar su molestia por las formas de comunicar la llegada del ciclón por parte de los medios. Declaró que estas “causan un impacto mental negativo en las personas durante el invierno, no creo que sea correcto”.

«No hubo aviso, salimos porque los vecinos nos insistieron. Me agarró el aluvión y nos arrastró el agua».

Victoria Sáez, decoradora de interiores y sobreviviente del sistema frontal 2023.

Más sabe el diablo por penquista, que por diablo

Magdalena Cares vivió el ciclón de forma muy diferente. Estudia Pedagogía en Educación Musical y hace años que enfrenta las lluvias del Gran Concepción. Al momento del anuncio de las malas condiciones meteorológicas, la primera llamada que recibió fue de sus padres, quienes se encuentran fuera del país. Los titulares y mensajes de alerta de los vecinos llenaron sus teléfonos y no dudaron en contactar a su hija inmediatamente: “Me llamaban cada cinco minutos, porque pensaban que me iba a pasar algo, que se iba a caer el edificio en el que vivimos. Al final, fue como una lluvia cualquiera en Concepción”.

En cuanto a la angustia que pudo haber experimentado, Cares cuenta que, en su caso, no se sintió así. Muy por el contrario, tuvo que contener a sus padres y explicarles que todo estaba bien. Sin embargo, al revisar su cuenta del banco, vio más dinero del que recordaba tener en su saldo. “Me depositaron plata. Yo accedí, pero creo que al final fue una preocupación extra, siento que no fue tan terrible”, relató la estudiante, quien, de igual forma, tomó precauciones esa semana y salió antes de su casa para llegar a clases y otras actividades a tiempo.

Las advertencias de las autoridades y su réplica en los medios de comunicación incidieron indudablemente en la población, aumentando la preocupación y angustia. Cambios en la rutina, estrés, malos recuerdos y estrategias para evitar perder el control son parte de los relatos de habitantes de la región del Biobío que hoy se enfrentan a condiciones climáticas complejas.

Algunos cuestionan al Estado, otros a los periodistas y los más críticos a sus propios vecinos, llamándolos alarmistas y exagerados. En temas de salud mental, todas las opiniones son válidas y las perspectivas muy diferentes. Lo que sabemos es esto: la necesidad de un enfoque en la salud mental cada vez sale más a flote y navega por cada departamento, casa y calle inundada de la región.

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Por: Sofía Meier y Antonia Ferrada.

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