Owen conoce a una chica en su escuela la cual lo introduce a una serie de televisión que los atrapa completamente, pero después de la desaparición de esta la serie se cancela abruptamente.

Esta reciente producción de Estudio A24 se encarga de retratar lo increíblemente aterrador que puede resultar ser el autodescubrimiento y la aceptación del verdadero «yo», todo esto desde una visión personal de las propias vivencias de la directora.

El filme de terror psicológico queer se sitúa en los años noventa en los suburbios de Estados Unidos y hace un trabajo increíble a la hora de solidificar su ambientación.

Los elementos más característicos que están presentes durante toda la duración del largometraje son el color fucsia y los sonidos de estática que producían las televisiones de la época, aunque se podría decir que también están todas las particularidades propias de una TV.

Cada uno de ellos, y muchos otros presentes en el filme, se encargan de simbolizar las realidades que viven los protagonistas y sus relaciones con The Pink Opaque, aquella serie que ven juntos. Además de mostrarnos cómo la línea entre el mundo de ellos y el de la serial se desdibuja hasta llegar a un punto culminante de colisión donde los personajes deben decidir qué camino tomar en base a quienes son y lo que desean para sí mismos.

Es cierto que a pesar de lo confusa que puede resultar en primera instancia, el mensaje disidente lo entrega de una forma bastante interesante de ver, además de que el apartado visual es bellísimo y las actuaciones son muy buenas.

Que te termine gustando o no dependerá en parte de si te logras identificar o si al menos entiendes la intención detrás de esta producción, y de no ser así creo con seguridad que una segunda visita te va a ayudar a aclarar tu mente con respecto a esta.

Sigue leyendo: Reseña | Better Call Saul, de héroe a villano