Delivery y comida chatarra: el dañino estilo de vida universitario

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Cada día es más recurrente ver cómo las dietas de los estudiantes se componen principalmente de alimentos procesados y apps para pedir estos platos, ignorando por completo las repercusiones de esto.

Los estudiantes chilenos pueden acceder a más de 13.000 locales asociados a Sodexo a lo largo del país.
Fotografía de El Universo.

A través de las agitadas calles más concurridas por los universitarios, los aromas provenientes de los diversos locales de comidas se apoderan del aire: pizza, hamburguesas, completos, handrolls y otros platillos de comida que tientan con facilidad el paladar.

Estos lugares han ganado territorio con el pasar de los años, y generalmente se encuentran en los alrededores de las universidades, lo que refleja la realidad de los hábitos alimenticios de los jóvenes estudiantes, quienes son mucho más propensos a optar por pedir comida a domicilio o consumir alimentos procesados en lugar de preparar sus propios platos en la comodidad de sus casas.

¿Por qué sucede esto?

Son muchos los factores que inciden en la decisión de pedir o comprar comida rápida en vez de dedicarse a preparar un platillo propio, tal como la conveniencia del tiempo, debido a que los horarios de las clases universitarias suelen ser absorbentes y por ende dejan poco tiempo libre, el cual prefieren usarlo para priorizar otras responsabilidades.

A esto se le suma la variedad y la adaptabilidad de la comida que ofrecen estos locales, lo que les permite a los estudiantes satisfacer sus antojos con mucha facilidad.

La socióloga Camila Cuevas Gutiérrez menciona que otras variables a tomar en cuenta son el entorno social en el que se desenvuelve el sujeto, el cambio de estilo de vida que se ve en la mayoría de casos y la preocupación por la economía personal.

«Los hábitos alimentarios pueden verse influenciados por los círculos sociales a los que el estudiante pertenezca. También el adoptar un nuevo estilo de vida puede verse obstaculizado por una poca experiencia en la cocina y los estudiantes universitarios pueden percibir que es más costoso comprar ingredientes frescos y cocinar en casa», dijo.

¿Cómo puede afectar esta dieta?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico​ (OCDE) dio a conocer que el 26,4% de los adultos en Chile (1 de cada 4) sufre de obesidad.
Fotografía de Rochandpop.

A pesar de lo conveniente que puede resultar para el bolsillo el recurrir a las opciones alimenticias más baratas y accesibles, lo cierto es que, en el ámbito nutricional, son muchas más las consecuencias que los beneficios que surgen de este hábito.

Los profesionales de la salud advierten sobre los riesgos de llevar una dieta desequilibrada, rica en grasas saturadas y sodio. El nutricionista Andrés Escobar Cid señala algunas de las complicaciones a la salud más comunes que pueden provocar estos alimentos.

«Algunos de los principales problemas pueden ser la obesidad por el consumo de alimentos ricos en calorías, grasas saturadas y azúcares. Una mala alimentación puede resultar en deficiencias de vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo, (…) por último, el consumir alimentos procesados, con alto contenido de sodio y grasas saturadas, puede causar trastornos digestivos como el estreñimiento entre otros», sentenció.

¿Qué se puede hacer al respecto?

Se debe promover la cultura de alimentación saludable en las universidades, educando a los jóvenes sobre la importancia de una dieta balanceada y proporcionándoles opciones nutritivas y accesibles. Además, gestionar los tiempos e ingresos para tener espacios de alimentación adecuados con un valor nutricional saludable es crucial.

Hay que tomar en cuenta que, según Andrés Cid, se deben priorizar frutas y verduras, proteínas magras, granos enteros, lácteos o alternativas fortificadas, y grasas saludables. También llevar una buena hidratación y limitar alimentos procesados, azúcares añadidos y grasas saturadas.

En 2019, un estudio a más de 1.500 universitarios de todo el país mostró que apenas el 6% de los jóvenes cumple con la recomendación de ingesta de frutas y verduras.
Fotografía de ISTOCK.

Cristina Braga es una estudiante de Enfermería de 23 años de edad. Ella ha logrado mantener una dieta consistente y saludable a la par de sus responsabilidades académicas y su vida social. «La universidad siempre ha sido súper demandante para mí, desde el primer año, pero puedo decir que con muy buena organización y disciplina se pueden mantener todos los aspectos importantes de la vida a flote», declara.

Además, cuenta que la clave para conservar una buena alimentación está en buscar la forma de conseguir mercadería lo más económica posible, como en tiendas donde los precios sean más accesibles, y procurar tener un repertorio amplio de recetas para nunca quedarse sin ideas de platillos.

«Lo que más me ha ayudado ha sido el comprar en tiendas súper baratas para cuidar el bolsillo, ojo que barato no significa malo. Junto con eso, desde el día uno me armé un recetario para poder buscar ideas de comida cada vez que no supiese qué cocinar, así no me desanimaba y siempre podía comer algo diferente», dijo.

A pesar de lo conveniente que puede resultar a simple vista el basar la dieta en alimentos procesados, no vale la pena sacrificar la salud del cuerpo por la comodidad de pedir comida por delivery, las consecuencias son muchas y la recompensa poca. Siempre existirán mejores opciones y, siempre y cuando uno se organice, se podrá implementar un régimen alimenticio que entregue todos los beneficios para llevar una vida universitaria plena.

¿Quieres saber más sobre la alimentación? Te invitamos a leer: Alimentación sustentable: la alternativa sana para el ecosistema .

Ian Morales
Estudiante de Periodismo UdeC
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