Día Contra la Violencia Hacia la Mujer: El feminismo vuelve a las calles

Marcha 25 N

Las fechas de conmemoración siempre traen recuerdos de la causa detrás de esta. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no se queda atrás. Este 25 de noviembre, el feminismo vuelve a tomarse las calles, para gritar los nombres de todas las mujeres que han sido víctimas. 

El 25 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este fue proclamado por la Asamblea General de la ONU en 1999. Desde aquel entonces, se ha podido ver un surgimiento importante de las nuevas olas del feminismo, las cuales comenzaban a alzar la voz cada vez con más fuerza. A pesar de los esfuerzos y de los claros triunfos que se han conseguido en materia de igualdad de género, los casos de femicidios no han disminuido, sino que, al contrario de lo que muchos piensan, se han mantenido igual o peor, dependiendo del lugar, con el paso del tiempo.

Marcha feminista del 25 de noviembre por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Imagen de Amanda Villaseca.

Tan solo en lo que va del 2024, hay una cifra de 41 femicidios consumados. Específicamente en la región del Biobío, se registran 4.

Según el Informe Nacional de Víctimas de Femicidios Consumados en Chile, el cual considera información del primer semestre del presente año, se explica que, a la hora de analizar los delitos, existe una dificultad entre organismos del estado como el Ministerio Público y el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SERNAMEG). Una discrepancia de datos e interpretaciones diferentes complejiza el análisis de estos casos y las medidas para poder prevenirlos.

Casos conocidos públicamente en el Biobío

Imagen capturada de una transmisión en vivo de CHV, en la que aparece la madre de Renatta Rozas.

En la región del Biobío, existen muchos casos que han sido bastante populares por la difusión, tanto por los medios de comunicación como por las mismas familias. Un ejemplo es el caso de Renatta Rozas, joven asesinada en 2023 en la comuna de Penco. Estuvo desaparecida alrededor de 20 días, lamentablemente, sus restos fueron encontrados en el sector Mirador de Lirquén. Este hecho conmocionó por completo a la ciudad de Concepción. La familia y amigas de Renatta nunca se dieron por vencidas y lucharon hasta el final para que se hiciera justicia.

Camila Becerra, quien fue hallada muerta tras un incendio en la comuna de San Pedro de la Paz, su familia asegura que fue violada. María Jesús, una niña de solo 16 años, fue asesinada por su vecino, un excarabinero de Los Ángeles. Isidora González, joven penquista perteneciente a la cultura punk, conocida por sus cercanos como “Dorito”, fue atacada por su pareja luego de irse a vivir con él a Melipilla. Sindy Caballero, madre de 32 años, murió a manos de su novio en la localidad de Pedro del Río Zañartu. Estos son algunos de los nombres que han resonado por las calles de Concepción exigiendo justicia desde el 2023 hasta la actualidad.

Mallely Vásquez, cuñada de Camila Rojas, quien fue una víctima de femicidio nacida en la comuna de San Pedro de la Paz, señala que, bajo su perspectiva, ningún caso a nivel nacional es tomado con la seriedad que requiere. Cuenta que, como familia, han hecho perfiles en redes sociales para organizar marchas en el centro de Concepción y una velatón en La Serena y San Pedro. “Los DD.HH. protegen mucho a estos animales, siendo que ellos violan y arremeten contra nuestras vidas, corrompen nuestros derechos. O sea, corren para los demás, pero para nosotras no”, aseguró la familiar.

Sobre las estrategias de la lucha feminista para pronunciarse contra estos casos, Catalina Medina, participante del colectivo FEMChile, habla sobre las distintas herramientas que hoy en día existen gracias a las redes sociales: “Hoy en día, al generar contenido para redes sociales podemos entregar información y difundir los nombres de nuestras compañeras. Agradezco que eso sea así porque al menos ellas nunca quedarán en el olvido”.

Imagen compartida en Facebook de una movilización de Justicia para Dorito.

Al respecto de cómo el estado enfrenta estos casos de violencia, hay opiniones divididas, sin embargo, las familias y mujeres que se organizan por esta causa, coinciden en que no es suficiente. Consideran que la justicia funciona solo para algunos. Nancy Spugen, mujer activista que participa en los colectivos Justicia para Renatta y Furia Organizada, manifiesta: “Al sistema judicial chileno y aquí en la región particularmente, no le interesa hacer algo por casos de femicidios si no tienen que ver con personas que tengan un estatus social más alto”.

Muchas veces a las mujeres que viven en lugares marginales no las buscan con la misma rapidez, las juzgan por su estilo de vida o por el estado en el que estaban en el momento de los hechos. “Se hablaron tantas cosas de la Renatta, la enjuiciaron porque ejercía la prostitución y trabajaba en la calle”, señaló Nancy.

El comienzo del ciclo de violencia

El maltrato, aunque suceda, no siempre es detectado desde el inicio. Muchas veces comienza a través de comportamientos sutiles, pero que, de a poco, van afectando la salud mental y emocional. Aun así, las señales son difíciles de identificar, tanto para las víctimas y su entorno, ya que, con el tiempo, estas mismas partes van normalizando cada acto como una dinámica común dentro de la pareja.

Nicole Araya Martínez, psicóloga, explica: “Insertarse en contextos de violencia crónicamente, por ejemplo, una mujer que durante su infancia evidenció agresión, probablemente va a tenerla normalizada, internalizada, por ende, será menos probable que la vea como un riesgo”.

Las víctimas, con el paso del tiempo, comienzan a experimentar una pérdida que va aumentando gradualmente de autoestima y confianza personal, llegando incluso a cuestionar su valor como individuo. Nicole Araya también menciona cómo impacta la violencia de género en las afectadas. “En el área individual, se ve interferida la visión propia. El autoconcepto genera una sensación de inseguridad, temor latente. En otros niveles podemos ver que la víctima suele alejarse de su grupo familiar; en ocasiones, en cierto punto dejan de pedir ayuda: lo que es un factor de riesgo importante; que la afectada quede sin redes de apoyo familiares o comunitarias”.

Infografía sobre relaciones tóxicas compartida por Centro R&A Psicólogos.

Las relaciones tóxicas, por lo general, generan un aislamiento progresivo. El agresor tiene como objetivo que la parte afectada corte lazos con sus amigos, familiares y cualquier red que represente una amenaza para este círculo de control que ha construido. Esto deja a la víctima emocionalmente vulnerable y niega el acceso de ayuda externa. “Algunas víctimas no denuncian por temor a las represalias, y al contar con escasas redes de apoyo, se les dificulta tomar la decisión”, comenta la psicóloga.

Las mujeres que han vivido bajo estas condiciones son mucho más propensas a desarrollar múltiples trastornos como depresión, ansiedad y la inminente sensación de vivir con miedo. Incluso después de salir del vínculo dañino. Las relaciones con actitudes tóxicas, emocionales y físicas generan un impacto profundo en la salud mental. Muchas víctimas tienen que lidiar y luchar contra pensamientos suicidas, siendo esta una forma de escapar del persistente sufrimiento.

El testimonio de Nicole San Martín, quien fue víctima de una pareja abusiva, es el claro ejemplo de cómo estar en una dinámica así es un proceso gradual que, finalmente, te consume: “Estar en una relación tóxica te hace sentir o pensar que tú estás sola y que siempre vas a estarlo. Surgían pensamientos de que, si no estoy con él, no valgo nada, nadie me va a querer, ayudar o acompañar. Dentro de todo el contexto terminas dependiendo de esa persona”, también añade: “Me causaba miedo el hecho de quedarme sin su apoyo. La idea de extrañarlo me generaba angustia. Después de terminar, igual me seguía acosando, por correo electrónico. La psicóloga de la universidad me ayudó mucho a mantenerme firme con mi decisión”.

A pesar de los avances en políticas públicas, la realidad es que las mujeres siguen enfrentando un sistema que no les brinda la protección adecuada. En muchos casos, las víctimas enfrentan un doble desafío: primero, sobrevivir a la violencia; y segundo, tener que enfrentar y lidiar con la ineficacia de las instituciones. Las denuncias se mantienen estancadas, los agresores quedan impunes y las afectadas deben recurrir a otras alternativas para buscar el apoyo necesario, como las marchas e instancias feministas, donde pueden alzar la voz y saben que en ese momento y lugar serán realmente escuchadas.

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