¿Por qué se asume que los baños de los hombres siempre están más sucios que los de las mujeres? Ciudad PortadaPor Fernando Gutiérrez Aedo y Jorge Caripán Rodríguez - 26 mayo, 2025 Un fenómeno cotidiano pero pocas veces cuestionado: La constante suciedad en los baños de los hombres. Los baños masculinos no son un misterio ni mucho menos y para quienes frecuentan utilizar uno público, es común que no se encuentre muy aseado. Pocas veces se cuestiona algo al respecto, ya que se suele asegurar que el baño de las mujeres es más limpio. Entonces, nace la interrogante sobre la génesis de esta especie de conducta social, que no empezó ayer ni hoy, sino que lleva siendo así desde siempre. ¿Tiene que ver con lo social y cultural? Se podría decir que tiene que ver con muchos factores, uno de ellos es el cultural. De manera empírica, los hombres poseen una conducta más descuidada al momento de usar un baño, y basándonos en ello, Irene Araya, auxiliar de aseo, nos asegura lo siguiente: «Los hombres siempre pasan con los zapatos sucios por el piso recién trapeado y cuando se lavan las manos, las sacuden y mojan todo, aparte a veces son descuidados de donde orinan. Yo creo que esto es por falta de cultura nada más, seguramente en el baño de sus casas no hacen lo mismo». Con una papelera presente, muchos estudiantes que visitan los baños masculinos optan por votar los papeles al piso. Fotografía: Jorge Caripán Frente a lo anterior, surge la pregunta: ¿De dónde se gesta esto? Elizabeth Sanhueza, auxiliar de un jardín infantil, nos cuenta algo revelador y es que en otros contextos, como los propios de una institución que maneja niños, la situación cambia drásticamente. Ella declara que: “Aunque los baños sean mixtos, las niñas tienden a ser más desordenadas. Suelen jugar con el jabón, hacer espuma y mojar el piso, los niños van a lo que van”. Además, añade que: “Muchas veces falta harta educación, se ve que en el jardín aprenden más que en la casa. No se les enseña a utilizar baños públicos, pienso que si tienen mala educación, lo van a seguir haciendo hasta adultos”. Continuando desde el ámbito social, curiosamente, los expertos no pueden dar una explicación lógica. Conversamos con un par de sociólogos, los cuales nos comentaron que en realidad no poseen una respuesta concreta con respecto a esta interrogante, ya que tal como se plantea la situación, es algo que está instaurado en el comportamiento social, todos lo asumen, nadie lo cuestiona. ¿Biología quizás? En este apartado se han realizado estudios similares, pero ninguno que esté enlazado directamente con el tema, sino más bien con la higiene personal. Según una investigación realizada por American Journal of Public Health, que analizó muestras de lavamanos de un baño público en una gasolinera, solamente un par de hombres se limpia las manos luego de utilizar el baño. Mientras que por el otro lado, el 64 % de las mujeres lo hacían. Empresas de servicios de higiene realizaron observaciones durante la pandemia, denotando que las mujeres eran más propensas a desinfectarse las manos en espacios públicos en comparación con los hombres. Más allá de dictaminar cómo sería su higiene en los baños, esta diferencia de comportamiento a simple vista ayuda a que se perciba a los hombres como más descuidados y, en resultado, sus baños se perciban como más sucios. ¿Tiene que ver con la infraestructura? No podemos negar la importancia que tienen el diseño y la forma en que se usan estos espacios. Los orinales posicionados en la pared permiten que los hombres orinen de forma rápida sin tocar ninguna superficie, reduciendo el contacto directo. Pero por esto mismo, se pueden generar salpicaduras o charcos fácilmente si se usa de forma descuidada. Contribuyendo así al típico olor fuerte a orina. Por otro lado, los baños femeninos están principalmente compuestos por inodoros en cabinas, esto implica un mayor contacto con la taza y una menor probabilidad de orinar fuera. Aunque las mujeres tampoco son ajenas a salpicaduras o descuidos en su uso, cuando el baño no posee protectores, las usuarias muchas veces recurren a la práctica de no tomar asiento del todo, provocando una mayor cantidad de gotas fuera de la taza. La técnica de «Hovering» se refiere a suspenderse sobre el inodoro el lugar de sentarse. Principalmente aplicada por mujeres cuando se percibe una higiene cuestionable en el baño. Además, la mayoría de los urinarios públicos para hombres no cuentan con una tapa que se cierre a la hora de jalar la cadena, lo que provoca una descarga de microgotas al aire. Microbiólogos del National Health Service detectaron que los pisos y paredes acumulan bacterias y suciedad gracias a este acontecimiento. ¿Cuál es la perspectiva de la gente? Si bien no hay una respuesta específica para la interrogante, las opiniones están divididas, una parte dice que es algo ético, otros dicen que es simplemente genética y unos pocos afirman que las mujeres pueden ser incluso menos higiénicas que los hombres, y que todo radica en una mala perspectiva de la situación. Gabriel Morebuenteo, estudiante de Ingeniería Civil Matemática de la Universidad de Concepción, opina que la mayoría de los hombres sí poseen el debido cuidado, pero que algunos interrumpen esta limpieza: “Siempre hay malas manzanas en todos los conjuntos. Y esos son los que hacen ver todo más sucio, porque utilizan los urinarios de manera descuidada, pero igual en general son bastante limpios acá en la universidad al menos”. De todas maneras, es cierto que en sitios como facultades universitarias, los estudiantes suelen cuidar la limpieza. Pero si hablamos de, por ejemplo, un baño público en un espacio abierto, como es el caso del baño del foro de la UdeC, la poca limpieza y el deterioro son notables. Baños del foro, UdeC. Estos poseen libre acceso para cualquier persona que circule por el campus, por lo que suele estar sucio. Fotografía: Jorge Caripán Por otra parte, hay puntos de vista más polémicos que intentan explicar la precariedad del baño masculino. Ricardo Contreras, estudiante de Química de la Universidad San Sebastián, opinó lo siguiente: “Yo creo que es algo genético, si al final los hombres poseen la capacidad de orinar de pie y eso suele llevar a temas como mojar el piso en un descuido o algo así. Aparte, por algo biológico, las mujeres siempre utilizan un montón de papel y el hombre solo a veces o cuando hace otras necesidades”. Una mirada interesante Muchos puntos de vista para tan pocas respuestas, pero hay una opinión que destaca por sobre las demás y es la de Benjamín Riquelme. Un joven de 18 años que trabaja ayudando a su hermano que arrienda baños químicos. Él cree que en realidad y basándose su experiencia, las mujeres suelen ser mucho menos respetuosas con la higiene del baño: “La diferencia es bastante, porque por ejemplo, un hombre usa el baño y es despreocupado con la orina, se olvida de lavar sus manos y hasta ahí. Pero, por otro lado, la mujer utiliza muchísimo papel, después lo tiran atrás de la taza o en cualquier otro lugar, ya que no les gusta tener que tocar el basurero y les da asco limpiar. Yo opino que la verdad de todo es que los baños de las mujeres solamente están más limpios porque requieren mucha más mantención, si no ellas mismas se quejan. A diferencia de los hombres, que no le dan mucha importancia”. ¿Los baños de los hombres realmente siempre están más sucios? Respondiendo a la pregunta inicial, es más complejo de lo que parece. Pero todo indica que es una generalización que no coincide del todo con la realidad. La suciedad en baños públicos tiene múltiples facetas: microbios invisibles, malos olores, y la parte más expuesta, el desorden. Si nos basamos únicamente en la carga bacteriana presente, la mayoría de los estudios parecen apuntar a que los baños femeninos pueden estar igual o más sucios que la contraparte masculina. Además, ciertos aspectos fomentan la percepción de que los baños de los hombres son peor: el hedor fuerte a orina, las salpicaduras en el piso, los inodoros con confort y el hecho de que tienden a asumir que alguien más los limpiará. Las mujeres tienden a cuidar más estos aspectos, haciendo que se tenga una percepción de sexo más limpio. No existe un género “más limpio” por naturaleza, sino distintos patrones de comportamientos que dan cierta imagen al ojo público. Un baño impecable depende de todos. 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