José Pepe Mujica falleció el pasado 13 de mayo y dejó atrás un rico legado social y político alrededor del mundo. Su particular forma de ejercer la presidencia de Uruguay, su manera de pensar y la forma en que decidió vivir su vida lo convirtieron en el presidente más humilde de la historia. Estuvo preso durante la dictadura hasta 1985, pero cuando Uruguay recuperó la democracia, lo liberaron de prisión y retomó la militancia con la misma pasión de siempre. Tal como menciona un artículo de CNN Español: «En su auto o en cualquier vehículo, recorrió incansablemente el país, transmitiendo sus ideas y sueños, con su peculiar manera de hablar: lisa, llana y reflexiva.»

José Mujica siguió esparciendo sus convicciones a través de la palabra. En 1994, lo eligieron diputado, y en 1999, senador. En 2005 asumió el cargo de ministro de Ganadería y Agricultura. Finalmente, en 2009, lo eligieron presidente de Uruguay, y desde entonces se enfocó en defender los derechos de los trabajadores. A partir de ese momento, el país empezó a recibir reconocimiento internacional como un ejemplo de democracia para otros gobiernos.

Discurso inspirador

Se destacó también por un discurso firmemente ecológico; por ejemplo, quedó en la memoria de muchos las palabras que entregó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. En este evento expresó que el desarrollo no debe ir en contra de la felicidad. El político creía firmemente que el cuidado del planeta está ligado a la alegría de sus compatriotas, por lo que se enfocó en manejar sustentablemente los recursos del país.  

Su autenticidad y su don para la palabra lo volvieron un símbolo de reconciliación a nivel mundial, incluso el Papa Francisco lo describió como un “hombre sabio” y la ONU destacó su capacidad para “inspirar a generaciones futuras”. Revisa antecedentes sobre la vida de este gran pensador en la siguiente imagen interactiva.

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