Alimentación integral versus refinada

Muchas veces se piensa que las harinas blancas o refinadas no son malas para la salud y que, al contrario, son buenas. La realidad es que esto es un mito y una costumbre arraigada por la sociedad, ya que la ingesta de este tipo de alimentos viene desde tiempos arcaicos.

Las harinas refinadas son las que generalmente se comen a diario. Su popularidad  y consumo masivo provoca que las personas crean que no producen daños ni enfermedades. Estas harinas pueden encontrarse en muchos alimentos como el arroz blanco, las pastas, el pan blanco y en todo lo que lleve masa de este tipo, por ejemplo las galletas o los pasteles.

En muchos hogares no faltan. El clásico arroz blanco con algún acompañamiento al almuerzo o el pan blanco en el desayuno y la «once», suelen ser alimentos que casi todas las personas consumen.

Pero, ¿por qué se debería cambiar la alimentación refinada por una integral?

  • Las harinas blancas producen ganas de comer todo el tiempo ya que al contener almidón no aportan ningún nutriente ni energía real para nuestro cuerpo. El proceso al que son sometidas hace que estas pierdan toda la fibra, vitaminas, minerales y proteínas. Por ende, sólo quedan como carbohidratos sin aportes o beneficios. Es decir, sólo calorías de consumo rápido y por esto mismo es que generan adicción.
  • Las harinas integrales proporcionan energía que se reparte gradualmente por el cuerpo.
  • El consumo de harinas blancas provoca que se alteren algunas funciones hormonales, cerebrales o a nivel de metabolismo, ya que los hidratos de carbono refinados pueden llegar a causar una dependencia que provoca incluso trastornos ansiosos.
  • En contraste, las harinas integrales contienen un alto contenido nutricional y su capacidad de absorción de agua   genera una sensación de mayor saciedad  en nuestro cuerpo. Esto mismo, provoca que haya menos problemas de estreñimiento ya que se mejora la digestión y la frecuencia en las deposiciones. 
  • El consumo cotidiano de alimentos integrales está estrechamente relacionado con tener menos riesgo de tener cualquier tipo de cáncer (especialmente de colon). 

Otro aporte que poseen es que su alto contenido de fibra entorpece la absorción de colesterol y grasas negativas. Esto provoca que existan menos riesgos de enfermedades de tipo cardiovascular, ya que se disminuyen los triglicéridos. Además, la fibra que contienen es utilizada como prebiótico. Esto quiere decir que la flora intestinal la utiliza para su crecimiento adecuado y esto es muy necesario ya que esta microflora es una protección contra las bacterias o agentes externos peligrosos que pueden entrar a nuestro organismo.

Testigos de los beneficios de una vida integral

Rocío Quezada es una joven de 29 años, vegetariana y que sólo consume harinas integrales en su dieta. Tiene un hijo de 2 años al que alimenta de esta misma forma, preocupándose de que ingiera los nutrientes necesarios, que corresponden a su edad.

La joven cuenta que antes si comía harinas blancas y que desde que cambió sus hábitos alimenticios, muchas cosas mejoraron. “Antes mi digestión no era tan buena, consideraba que mi metabolismo era un poco más lento, ya que a veces tenía estreñimiento o dolores de estómago, pero desde que cambie las harinas refinadas por integrales esto cambió rotundamente ya que ahora mi metabolismo se aceleró y además nunca más sufrí molestias gástricas. Además baje de peso”, cuenta.

Infografía harinas

Infografía de Alondra Ibacache.

Un enemigo silencioso

Los carbohidratos refinados provocan una sobrealimentación de las levaduras y esto favorece el crecimiento de la cándida en el cuerpo. Este es un hongo que vive en nuestro organismo, pero su aumento provoca diversos problemas que el común de la gente no sabe. Algunas de estas son las alergias excesivas, gases e hinchazón, diarrea o estreñimiento, cansancio e irritabilidad. Cuando su desarrollo es desmedido, el cuerpo siente ganas de comer dulces o harinas blancas todo el tiempo, y esto favorece aún más su aparición ya que la candida se alimenta de  estos. Las infecciones que se generan pueden ser en la piel, en el estómago, el colon, en la vagina, en la boca o en la garganta.

Algunas de estas son:

  • Candidiasis vaginal (hongos vaginales).
  • Síndrome del intestino irritable.
  • Psoriasis y eccema.
  • Asma.
  • Lupus.
  • Fibromialgia.
  • Hipotiroidismo.
  • Hipoglucemia.
  • Depresión y estados de ansiedad.
  • Caspa y picazón en el pelo.
  • Ulceras y ardor estomacal.
  • Alergias e intolerancias.

Rocío es testigo de esto ya que su hijo de dos años presenta piel delicada desde su nacimiento. “Mi hijo tiene una especie de alergia en su piel. Es un hongo, pero como lo mantengo bien alimentado casi nunca le sale. Las veces que ha comido harinas refinadas le brota enormemente y le causa mucha irritación y picazón”, cuenta.

Además, la enfermera Guisela Quezada explica que las harinas blancas también provocan estados cerebrales que la mayoría de las personas no saben, incluyendo la depresión. Ella manifiesta que “las harinas blancas son la mayor causa de obesidad ya que estas sólo provocan saciedad temporal y esto hace que exista hambre todo el tiempo. Las harinas integrales si generan esa saciedad, y es esto mismo lo que nos lleva a mantener un buen estado físico y mental”.

Es importante informarse y tener en cuenta todos estos beneficios y desventajas ya que para algunas personas la alimentación adecuada puede ser la solución exacta a muchos problemas de salud.

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