Convivencia escolar: ¿cómo enfrentan los profesores la violencia?

Las expulsiones son la última medida que pueden tomar los establecimientos educacionales.

Un reciente diagnóstico de la Defensoría de la Niñez arrojó que entre 2022 y 2023 hubo un aumento de denuncias de conflictos al interior de establecimientos educacionales. Después de la pandemia, la educación ha tenido una serie de desafíos que enfrentar en materia de convivencia escolar, lo que está llevando a aplicar diversas herramientas para controlar estas instancias.

Las denuncias en establecimientos educacionales

María Sandoval es apoderada y Educadora de Párvulos en la comuna de Coronel y ha visto de cerca el nivel de violencia de los estudiantes. “He tenido encuentros con niños usando armas en los colegios. Mi hija está en quinto básico y la tuve que sacar temprano hace unos días porque un niño de octavo básico se estaba peleando con otro con una navaja en pleno patio”, relató.

La Defensoría de la Niñez dejó un alarmante diagnóstico acerca de las razones por las cuales son expulsados los estudiantes. Solo en 2022, en comparación a 2019, aumentaron un 173 % los delitos por porte de armas en colegios. Además, los ilícitos relacionados con amenazas, desórdenes, hurtos, lesiones y robos fueron al alza en 14,9 % en ese mismo intervalo de fechas.

Pese a manejar algunas herramientas, los educadores ven frustradas muchas de sus intenciones de solucionar estos problemas. Sandoval contó que más de alguna vez trató de hacer “la intervención necesaria con las familias de los niños, pero a veces en vez de un cambio logramos que saquen a los niños del jardín”. Esto pasa a llevar completamente los derechos de los niños, quienes pueden llegar a quedar fuera de los sistemas educativos.

Las principales causas

Es fácil desprender que solo la pandemia generó efectos negativos en la convivencia escolar, en cierto sentido, esto es verdadero, pero no es la única razón detrás de estos problemas.

Por un lado, Pablo Cerna, profesor de filosofía en Cañete, dejo en evidencia que luego de la cuarentena los estudiantes “llegaron más disruptivos en todos los colegios (…) hay emociones y sentimientos que no supieron canalizar durante la pandemia y el colegio se transformó en una instancia donde tenemos que lidiar con esas cosas”.

El bullying sigue presente en los establecimientos, pero hay hechos de violencia que cobran más relevancia. Fotografía por GETTYIMAGES.

Por otro lado, el sociólogo de la Universidad de Concepción (UdeC) Marco Rosas, comentó que existen dos grandes factores que pueden explicar la escasez de convivencia. En primer lugar, la existencia de desigualdad por los miembros de una comunidad lo que según el académico “puede repercutir en un niño o adolescente que tenga mayor predisposición a presentar episodios de violencia, probablemente por aspectos vinculados a ansiedades y a cuadros psiquiátricos o psicológicos”.

En segundo lugar, lo asociado a la interculturalidad, en esa línea el sociólogo explicó que “cuando no hay protocolos de convivencia asociados a interculturalidades, estos tienden a invisibilizarse. Las diferencias no se abordan de manera adecuada y pueden presentarse elementos de convivencia asociados a este elemento”.

Siguiendo estos factores, Rosas sostuvo que los establecimientos educacionales no pueden estar aislados de las estructuras y los fenómenos de las sociedades. “Sobre todo, con la existencia de, cada vez más, pandillas, narcotráfico”, sentenció.

¿Cómo lo viven los profesores?

La mayoría de los problemas de convivencia escolar suceden dentro de los establecimientos y es por esa razón que el trabajo con los estudiantes no solo se lo llevan los profesionales de las áreas sociales, sino que los profesores.

Pablo cerna acusó que estas situaciones socavan a los profesores que están detrás, porque “este tipo de cosas se nos van sumando a otras responsabilidades de nuestra vida diaria. No tenemos las herramientas para poder lidiar con todo este tipo de problema y eso es frustrante porque a veces terminas haciendo las cosas por amor al arte y los equipos que deberían apoyarte no están presentes».

Generar herramientas para los profesores y alumnos es fundamental para preparar a los futuros docentes ante estos problemas. Según Benjamín Riffo, estudiante de la UdeC realizando su práctica de Pedagogía en Español, los hechos violentos “afectan a la concentración de la clase, hacen que se interrumpa completamente”. Además, sostuvo que maneja “algo de protocolo, pero hay situaciones de violencia que ocurren de manera espontánea donde no tengo ningún mecanismo”.

¿Es la expulsión de los alumnos conflictivos la solución?

Así como aumentó la cantidad de denuncias por situaciones de convivencia escolar, también lo hicieron las expulsiones. Las expulsiones son la última medida que pueden tomar luego de aplicar todas las otras herramientas como lo son la “cantidad de anotaciones que tiene un estudiante, reuniones con apoderados o las derivaciones, por ejemplo, a psicólogos o trabajador social”, explicó Cerna.

Tomando en cuenta esta última medida surge la necesidad de comprobar si esta es la solución a los problemas de convivencia escolar. Los datos de la Superintendencia de Educación reflejan que la cantidad de expulsados es cada vez más alta. En 2016 se registraron 170 a nivel nacional, en 2019, antes de la pandemia, fueron 291. Sin embargo, este número aumenta exponencialmente en 2022, donde se registraron 1 060 desvinculaciones de establecimientos educacionales.

Es difícil que los estudiantes expulsados se reintegren en nuevos establecimientos. Fotografía por GETTYIMAGES.

Las expulsiones son principalmente de cursos de enseñanza básica y media, sin embargo, Sandoval acusó que “en el jardín no hay mucho que uno pueda hacer con los niños en términos de intervención, el trabajo duro debe hacerse en los colegios cuando ya son más conscientes de las consecuencias”. Esto deja expuesto que las acciones que deben tomarse para hacer frente a la convivencia escolar deben darse incluso desde el jardín.

Para Rosas no es aconsejable que los estudiantes abandonen sus establecimientos porque inevitablemente “al llegar a otro, tendrán que volver a insertarse y volverán a ser etiquetados como una persona conflictiva”.

Respecto al destino de los estudiantes expulsados, la educadora diferencial, Loreto Saldaña, contó que “en el poco tiempo que he estado ejerciendo ya sé de unos cinco alumnos que han llegado a circunstancias legales por tráfico y otros tres por portación de armas”.

El dialogo para hacer frente a la violencia escolar

El diálogo es uno de los principales aliados para hacer frente a la violencia escolar. En ese sentido, Marco Rosas planteó que lo mejor en estos problemas es que los territorios donde están los colegios “generen mecanismos de diálogo, escucha, encuentro e identificación de las causas que provocan estas situaciones”.

El diálogo entre profesores y alumnos es una de las principales herramientas para la convivencia escolar. Fotografía por GETTYIMAGES.

Manteniendo lo anterior, Pablo Cerna comentó que una de las formas con las que trabaja es con los compromisos. Así, él busca maneras de generar cambios de actitud en cada llamado a apoderado. “Uno pretende que el estudiante se dé cuenta de su error y que tome medidas reparatorias con lo que ha cometido. Todo dependerá siempre porque no hay dos casos iguales”, indicó el profesor de filosofía.

De todas formas, este es un tema complejo y sensible que no tiene fórmulas únicas que den mejoras, es por esa razón que es importante ver los antecedentes de los alumnos. “De repente, cuando hay abandono familiar, busca darles más oportunidades a los chiquillos, pretender que cambien, que se den cuenta y que las instancias de compromiso sean significativas y trascendentes”, sentenció el docente.

Es fundamental darle relevancia a este tema, pues los colegios son entidades formadoras de personas y profesionales para el futuro. Este tipo de situaciones solo genera deficiencias en el sistema educativo del país y por esa razón es importante generar nuevas estrategias para potenciar a los establecimientos.

Escrito por José Herrera y Renata Zúñiga.

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