Galerías de Concepción: el comercio que resiste al paso del tiempo CiudadPor Renata Paredes - 23 junio, 2025 Frente a los desafíos que imponen las nuevas lógicas del mundo de las ventas, emprendedoras penquistas buscan crecer, mientras otras resisten para sobrevivir. En pleno centro de Concepción, ocultas entre edificios y tiendas de retail, sobreviven cerca de 50 galerías comerciales. Son pasillos donde pareciera haberse detenido el tiempo, con vitrinas en tonalidades sepia, letreros donde el paso del tiempo se hace notar, y negocios que han resistido durante décadas. Allí conviven peluquerías, boutiques, tiendas textiles, zapaterías y oficios que se resisten a desaparecer. Una cancha dispareja Verónica Pinto es dueña de dos locales comerciales ubicados en la Galería La Hechicera. Lleva más de 40 años en el rubro y su historia, como la de muchas mujeres comerciantes, partió desde la necesidad en un momento de quiebre personal. “Cuando llevaba dos años de casada y ya tenía un hijo, me separé. Yo había dejado la universidad, entonces no me quedó otra opción más que trabajar”, señaló. Así, comenzó su historia como emprendedora. La boutique La Rueda es uno de los dos locales de Verónica y se especializa en moda femenina. (Imagen de autoría propia) Aunque su ingreso formal al rubro vino después de ese momento difícil, Verónica reconoce que su afinidad con el comercio venía de mucho antes. En el colegio ya mostraba habilidad para vender y, entre risas, rememora su primer encuentro con el mundo real de las ventas. “Fue en un local de carteras de la Galería Alessandri en época navideña. Solo duré cuatro días”. La anécdota, contada con humor, contrasta con los más de 40 años que lleva hoy en su negocio, que relata, no han sido fáciles, sobre todo en el último tiempo. Con el paso de los años, Verónica ha visto cómo el panorama se ha complicado para los pequeños comerciantes. “Las mismas leyes que aplican a los grandes, nos las aplican a nosotros», afirmó. Para ella, esto es injusto, considerando que estas empresas cuentan con apoyo legal, contadores, y equipos multidisciplinarios, mientras ella debe cumplir con los mismos estándares sola y sin mayor formación. La sensación de desprotección se agudiza cuando ve el panorama actual de las bajas ventas. Sabe que muchas personas conocidas se han ido al comercio informal o digital, sin boletas ni controles, mientras que para las pymes que tienen locales presenciales las exigencias y las fiscalizaciones son pan de cada día. Aún así, insiste en proteger su negocio y resiste con su clientela, pero siempre con la claridad de que, para quienes se dedican a esto, cumplir con las normativas no significa estar en igualdad de condiciones. El peligro del creciente comercio asiático Hace ocho años, Oriana Escobar decidió instalarse con un local de telas en la galería Pasaje Musalem. Sin embargo, su vínculo con este mundo no comenzó en ese momento. “Yo nací en un local así como este. Toda mi vida ha sido entre géneros”, relata mientras muestra su tienda. Le gusta atender a su clientela, conversar con ellas y sobre todo verlas volver. Pero también reconoce que hoy mantenerse a flote es más difícil que nunca. La galería Pasaje Musalem se encuentra ubicada en Freire 649 y su construcción data de los años 70 (Créditos: Municipalidad de Concepción). Para ella, el punto de inflexión fue la pandemia. Desde entonces, siente que las ventas han bajado considerablemente, y ella dice saber quiénes son los responsables: “Los chinos. Ellos traen todo más barato y la gente se va para allá”, afirmó. En su galería, basta con mirar alrededor para notar cómo estos negocios se han multiplicado, ocupando incluso dos o tres locales contiguos que juntan para formar uno más amplio y llamativo. Frente a esa escala, competir se vuelve cada vez más difícil. Con ayuda de su hija, ha buscado alternativas para subir las ventas, como publicitar sus productos por redes sociales, pero sabe que eso no es más que un parche sobre la herida. “Aquí se debería potenciar más el rubro nacional. Cierran cinco locales y los cinco que abren son chinos”. Oriana no lo dice desde el odio, sino desde la resignación de ver cómo su principal fuente de ingreso se va deteriorando. La obligación de reinventarse Pese a las dificultades que enfrentan muchos comerciantes de galerías, este panorama no es igual para todos. Algunas tiendas, como Féminas, una boutique ubicada en la Galería Tomás Olivieri, demuestran que también es posible reinventarse con una estrategia y visión clara. El negocio fue abierto por la madre de la familia, y junto a su hijo Juan José Fritz, actual gerente comercial, han logrado adaptarse a las nuevas formas de consumo mediante una sostenida modernización del proyecto. Parte de la estrategia de marketing de Féminas ha sido posicionarse en las redes sociales. Su propuesta apunta a un cliente en específico: personas dispuestas a invertir en prendas duraderas y únicas. Cada dos semanas lanzan colecciones nuevas, sin reposición, para fomentar un modelo de exclusividad que también se apoya en las comunicaciones para subsistir. “Estamos presentes en Meta Ads, Google Ads y también en medios locales”, señaló Juan José. Lejos de ver a las grandes tiendas o al e-commerce como una amenaza, Féminas ha sabido diferenciarse en un mercado que crece descontroladamente. No compiten en precios, sino en experiencia y estilo, demostrando que incluso en un rubro que muchos miran con nostalgia, también pueden existir negocios con proyección a futuro. 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